Quien tiene colitis sabe la tortura que es sentir que estás a punto de dar el botonazo por la inflamación en la parte baja del abdomen. No es fácil vivir con este padecimiento que, además de las molestias, no tiene cura.
Así es, la colitis o síndrome del colon irritable es una enfermedad crónica y tiene varios tipos. Según los síntomas y la forma en que se manifiesten será la clasificación y tratamiento que se debe recibir.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, las mujeres menores de 45 años son las principales víctimas de esta afectación y hasta el 2017 entre el 16 y el 30% de la población mexicana sufría de colitis.
Sus causas van desde una infección por amibas y alteraciones en los movimientos del intestino, hasta alteraciones psicológicas como depresión y ansiedad y una dieta alta en grasas y azúcares.
La colitis como tal no es mortal, pero deteriora tanto la calidad de vida de quien la padece que cuidar la alimentación y tener un tratamiento efectivo se vuelve completamente indispensable.
Entre los síntomas que tienen los pacientes con colitis están: distensión abdominal, acumulación de gases, dolor en el abdomen bajo, vómitos, náuseas, diarrea o estreñimiento.
Por la diversidad de síntomas cada persona debe recibir un tratamiento individual; no es lo mismo tratar la diarrea que el estreñimiento, por ejemplo, y los tratamientos pueden durar hasta tres meses.
Entre los alimentos que debes evitar están todos lo irritantes del colon y tenemos una mala noticia: el alcohol es uno de los principales irritantes del tracto gastro-intestinal.
Esto no significa que ya nunca puedas tomarte una cervecita, pero sí que debes regular su consumo y si no lo haces tendrás que estar preparado para una inflamación.
Otro de nuestros favoritos son las quesadillas o las gorditas fritas, pero ¡por favor no las comas en exceso! Si tu antojo es demasiado prueba con las clásicas de masa azul que solo están asadas al comal y no sumergidas en aceite.
El IMSS también recomienda disminuir el consumo de alimentos con una cantidad elevada de carbohidratos específicos. Estos alimentos no están estrictamente prohibidos, simplemente se debe tener mayor control en su consumo.
Entre las frutas que se encuentran en la lista están: guanábana, manzana, mango, tamarindo y peras.
Hablando de las verduras, se debe disminuir el consumo de ajo, cebolla, chayote, coliflor, chícharos, espárragos y hongos.
Por último, también se encuentran enlistadas la cebada, las leches animales, frijoles, agave y miel.
Tal vez muchos de tus alimentos favoritos se encuentran entre los que debes moderar, pero la cosa no es tan dramática. Son más los alimentos que sí puedes consumir con libertad.
Arándano, cereza, frambuesa, fresas, papaya, naranja, plátano, piña, uva, kiwi, limón y mandarina son algunas de las frutas que puedes consumir libremente.
Entre los vegetales la lista se agranda aun más: aguacate, apio, berenjena, calabaza, espinacas, lechuga, tomate, nopal, rábano y zanahoria.
La mantequilla, quesos frescos, maíz, avena, arroz, almendras, linaza, jengibre y epazote son otras de las variedades libres. Por último, las leches vegetales sin azúcar también son buena opción.
Un estudio publicado en la Revista de Gastroenterología de México menciona que los probióticos también son un tratamiento efectivo en las enfermedades gastrointestinales.
Ya sean recetados por un nutriólogo o un gastroenterólogo, asegúrate de mencionarlo.