El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, realiza una versión moderna de una práctica utilizada por reyes y faraones cautelosos, una especie de credenza del siglo XXI. Antes de probar cualquier bocado, su comida debe ser analizada por un comité de expertos en un laboratorio dentro del palacio presidencial.
En una entrevista para el diario turco Hurriyet, el doctor Cevdet Erdol declaró que estaban convencidos de que en la actualidad los asesinatos ya no se llevan a cabo a través de las armas, pero que ahora se realizan en secreto por medio de la contaminación de los alimentos con sustancias venenosas. Por ello que en el palacio se encuentran cinco expertos que prestan servicio durante 14 horas al día y un equipo para realizar el análisis de las comidas del presidente y garantizar sus necesidades nutricionales.
El médico señaló que al menos una de las mil habitaciones del palacio en Ankara está equipada con un laboratorio especial para el análisis de alimentos en la que se revisa que las comidas del presidente estén libres de materiales radiactivos, venenos o bacterianos que podrían ser causa de asesinato.
Desde que comenzó su mandato, Erdogan se ha enfrentado a las críticas por su extravagancia. De acuerdo con The New York Times, sus opositores lo han denunciado como un líder autoritario con aires de sultán. Ejemplo de esto es que algunas muestras de alimentos incluso fueron enviados a laboratorios en otra ciudad para comprobar que estuvieran limpios.
Aunque no se trata del primer líder mundial que toma precauciones en cuestiones alimentarias, esta posición se ha interpretado como una señal de desconfianza hacia su pueblo. Kadri Gursel, un importante columnista turco dijo en entrevista a The New York Times que estas rigurosas medidas de seguridad no son normales en un país democrático, pero reflejan muy bien el entorno actual de Turquía, un país fuertemente polarizado y con un gran potencial de conflictos y disturbios políticos.
Pero estas medidas no parecen carecer totalmente de sentido, ya que el octavo presidente de Turquía, Turgut Ozal, murió en 1993 de un ataque al corazón, aunque muchos presumen que en realidad fue asesinado por medio de su comida. Hasta ahora, el análisis diario de los alimentos del actual mandatario no ha arrojado nada alarmante salvo rastros de pesticidas.
“Hasta el momento no se han registrado incidentes serios en los análisis realizados a la comida del presidente. Algunas frutas y vegetales contienen residuos de pesticidas por lo que pondremos especial atención cuando se realicen las compras“, señaló el doctor Hurriyet.