El escritor George Orwell escribió que “el té es uno de los pilares de la civilización (en Gran Bretaña)”, pero incluso los británicos tienen que reconocer que su bebida nacional se enfrenta a una fuerte competición por parte de los expresos, capuchinos y el café con leche.
A pesar de los peligros que encierra entrar en una discusión como esta, decidimos medir los méritos relativos de cada bebida. No hemos evaluado el gusto, pero sí hemos revisado la literatura científica sobre sus efectos reales y mesurables sobre nuestro cuerpo y nuestra mente.
Para mucha gente, el subidón de cafeína es la razón principal por la que elegimos cualquiera de estas bebidas; es el aceite para nuestros motores cuando todavía nos sentimos un poco adormilados por la mañana.
Basándonos únicamente en su composición, el café debería ganar fácilmente: una taza de té tiene la mitad de dosis (40 miligramos) de la estimulante cafeína que te encuentras en una taza estándar de café filtrado (entre 80 y 115 miligramos).
Pero esto no necesariamente se refleja en la sacudida de la mañana.
Tras suministrar a los participantes té o café, un pequeño estudio concluyó que ambas bebidas los hicieron sentirse más alerta por la mañana.
No hubo grandes diferencias en otras medidas más objetivas de concentración, como los tiempos de reacción.
De hecho, cuando se toma té con una potencia equivalente a la del café, éste resulta ser más efectivo afilando nuestra mente.
Los científicos concluyen que la dosis de cafeína no lo es todo: quizás, nuestras expectativas también determinan cuánto alerta nos sentimos, o podría ser que sea la experiencia general de los gustos y los olores de nuestra bebida favorita la que despierta nuestros sentidos.
Veredicto: Contra la lógica, parece que el té nos despierta igual que el café. Empate.
Puede ser que las mayores diferencias entre el café y el té surjan una vez nos hemos metido ya en la cama.
Tras comparar a personas que bebían la misma cantidad de té o café en un mismo día, investigadores de la Universidad de Surrey, en Reino Unido, confirmaron que aunque ambas bebidas producen beneficios similares con respecto a la capacidad de atención durante el día, las personas que beben café tienden a encontrar más complicado quedarse dormidos por la noche, quizás porque es entonces cuando empieza a tener un efecto el elevado contenido de cafeína.
Los bebedores de té, al contrario, suelen dormir un sueño más largo y relajado.
Verdicto: El té ofrece muchos de los beneficios del café, sin las noches sin dormir. Punto para el té.
Junto con el vino tinto, se sabe que el café y el té manchan de amarillo y marrón nuestros dientes. Pero, ¿cuál es peor?
La mayoría de los dentistas parecen estar de acuerdo en que los pigmentos naturales del té tienen más probabilidad de adherirse al esmalte dental que el café, especialmente si utilizas un enjuague bucal que contiene el antiséptico frecuente clorhexidina, que parece atraer y pegarse a esas partículas microscópicas.
Veredicto: Si quieres una sonrisa perfecta, puede ser que el café sea el menos malo de los dos.
En Inglaterra, es frecuente dar “té y simpatía” a un amigo que está pasando una mala racha, con la idea de que una taza de té es medicina para las mentes con problemas.
De hecho, hay evidencia de que el té puede calmar los nervios: las personas que beben té frecuentemente sí tienen una tendencia a mostrar una respuesta psicológica más tranquila frente a situaciones desequilibrantes, como hablar en público, en comparación con la gente que bebe infusiones.
En general, la gente que bebe tres tazas al día parece tener un riesgo un 37% menor de sufrir depresión que aquellos que no beben té.
El café no tiene la misma reputación. De hecho, algunos dicen que les hace sentir más nerviosos. Pero hay evidencia de que protege contra los problemas mentales a largo plazo.
Un reciente análisis que hizo una revisión de estudios con un total de más de 300.000 participantes concluyó que cada taza de café al día reduce el riesgo de desarrollar depresión alrededor de un 8%.
Por el contrario, otras bebidas, como los refrescos azucarados, solo aumentan el riesgo de desarrollar problemas de salud mental.
Necesitamos tomar esos resultados con un poco de distancia: a pesar de los mejores esfuerzos de los científicos, en este tipo de estudio epidemiológico tan grande es difícil descartar otros factores que pueden estar detrás de la relación, pero podría ser que ambas bebidas ofrezcan un cóctel de nutrientes que reducen las respuestas de estrés y mejoran el ánimo a largo plazo.
Veredicto: Basado en esta limitada evidencia, es un empate.
Igual de tentadores, aunque preliminares, son los estudios epidemiológicos que han sugerido que tanto el café como el té pueden ofrecer otros beneficios saludables.
Unas tazas de cualquiera de estas bebidas al día parecen reducir el riesgo de sufrir diabetes, por ejemplo.
El tamaño exacto del beneficio todavía se discute y las estimaciones varían de un 5% a un 40%.
Dado que incluso el café descafeinado tiene los mismos beneficios, parece probable que otros nutrientes puedan estar aceitando el metabolismo de forma que procese eficientemente la glucosa en la sangre sin convertirse en insensible a la insulina, la causa de la diabetes.
Ambas bebidas también parecen proteger moderadamente el corazón, aunque la evidencia parece ser un poco más fuerte en el caso del café, mientras que el té parece ser algo protector en el desarrollo de una serie de cánceres, quizás por sus antioxidantes.
Verdicto: Otro empate. Ambas bebidas son un elixir sorprendente y saludable.
Veredicto general: Por mucho que a los británicos les hubiera gustado que el té fuese un claro vencedor, tenemos que admitir que hay pocas diferencias entre ambas bebidas a pesar del gusto personal. Basándonos solo en el hecho de que permite pasar una mejor noche de sueño, declaramos que el té es el vencedor.
Lee la historia original en inglés en BBC Future