La industria cárnica es una de las mayores contribuyentes en el mundo a las emisiones de dióxido de carbono, la deforestación y el consumo masivo de agua. Pero cada vez son más las empresas que ofrecen alternativas sabrosas y ecológicas.
Impossible Foods, en Silicon Valley, EE.UU., es una de ellas.
La startup fundada por Patrick Brown en 2011 fue una de las primeras en trabajar para reemplazar los alimentos procedentes de animales por “comida producida tecnológicamente”. Y espera lograrlo en 2035.
¿Su motivación? Cuidar el medio ambiente.
Brown dice que los animales de granja son como pequeñas fábricas y que las empresas que producen alimentos usan “la tecnología más destructiva del planeta”.
“Es una fuente enorme de gases de efecto invernadero y son los mayores usuarios y contaminadores de agua”.
La producción ganadera es responsable del 18% de todos los gases de efecto invernadero, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés).
Y la proteína animal requiere 11 veces más combustible fósil que la vegetal, de acuerdo con el Centro Internacional para la Agricultura y las Biociencias (CABI).
Pero cada vez son más las empresas tecnológicas que están trabajando para cambiar eso.
La llamada “tecnología de los alimentos” no para de crecer. Incluso existen carreras universitarias especializadas en las que se estudia la composición física, micro-biológica y química de los alimentos y se trabaja en desarrollar nuevas formas de crearlos, empacarlos y almacenarlos.
Según el Foro Económico Mundial, “la tecnología es una promesa extraordinaria para resolver los desafíos alimentarios actuales”.
“Pero esto no ocurrirá automáticamente. Si no le ponemos atención, esa innovación podría dividir todavía más un mundo profundamente desigual”.
Y añade que las tecnologías de vanguardia que ya se están aplicando “podrían cambiar para siempre las reglas del juego y repercutir en el trabajo de los agricultores, la nutrición de los consumidores y el cambio climático“.
A continuación, te explicamos algunas de las que más están avanzado (y prometen seguir haciéndolo en los próximos años).
La fabricación aditiva, también conocido como la bioimpresión en tres dimensiones (3D), utiliza un software específico para producir alimentos a través de la computadora.
Y es que gracias a la impresión tridimensional se pueden producir “alimentos personalizados”.
Esta semana se celebra en San Diego, en California, EE.UU., el Encuentro de Biología Experimental 2018, que organiza la Sociedad Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular, en donde se habló de avances en este sector.
Jin-Kyu Rhee, de la Universidad de Mujeres Ewha, en Corea del Sur, dijo que están investigando el potencial de esta nueva tecnología para “crear microestructuras de alimentos”.
“La bioimpresión fabricará productos como filetes, pollo… todo lo que te puedas imaginar, en términos de carne”, le dijo a la BBC Vitor Espirito Santo, un científico especializado en agricultura celular, un método para crear carne en laboratorios.
Al producir la carne en el laboratorio, espera reducir los gases de efecto invernadero en un 90%.
Pero imprimir la comida en 3D ya es posible hoy día.
Un ejemplo es Food Ink, el primer restaurante de comida impresa que abrió sus puertas en Londres en 2016 y que definen en su web como “la experiencia gastronómica más futurista”.
Se trata de un proyecto itinerante que este año también pasará por Argentina, México, Brasil y Estados Unidos, entre otros países.
Otro de los avances más llamativos son las computadoras que “cultivan” alimentos.
Caleb Harper, director de CitiFARM en el MIT Media Lab, del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, asegura que quiere cambiar el sistema alimentario mediante la conexión de los productores con la tecnología.
Y para ello está creando unas “computadoras de alimentos” que espera que puedan ser el futuro de la agricultura.
Harper lidera el proyecto Agricultura Abierta (OpenAg) desde 2015. Y uno de sus objetivos es desarrollar máquinas con inteligencia artificial que le permitan crear plataformas de agricultura personalizadas.
Esas computadoras son capaces de hacer que las plantas crezcan sin necesidad de suelo.
“La crisis alimentaria está todos los días en las noticias. En algunos lugares del mundo hay muy poca comida, tal vez demasiado poca. En otros, los organismos genéticamente modificados (OGM), salvan el mundo”, explicó Harper en una conferencia TED.
A través de tecnologías agrícolas como la hidroponía -el método de cultivo que no requiere tierra sino nutrientes- y la aeroponía -en el que las raíces se rocían periódicamente con agua y nutrientes- se crean este tipo de computadoras, también conocidas como granjas verticales.
“Dentro del sistema, cada día es un día de verano sin una sola nube en el cielo”, le dijo a la BBC Maarten Vandecruys, director ejecutivo de Urban Crops, una de las empresas que se dedica a ello.
El hardware permite que las plantas se alimenten de luz y nutrientes durante su ciclo de crecimiento.
Además, estas computadoras también fabrican “recetas de clima” que pueden ser almacenadas y descargadas.
Existe también otro tipo de máquinas de uso personal: las computadora personales alimentarias, que son del tamaño de un refrigerador de oficina y pueden instalarse en hogares, escuelas y laboratorios.
Todavía no están siendo usadas a nivel comercial, pero existen varios prototipos con los que se está investigando en Estados Unidos y uno en Guadalajara, México.
A la carne artificial o cultivada también se la conoce como carne “limpia” o in vitro.
Se trata de otra forma de producir carne haciéndola crecer literalmente en el laboratorio a partir de células de animales.
Hay dos empresas en Silicon Valley que lideran esta tecnología: Memphis Meats y Just Inc.
Dentro de esas fábricas, unos robots analizan la interacción molecular de los alimentos produciendo “recetas” de comida artificial.
Tenemos que fabricar productos que agraden más a los consumidores
“Usamos datos y algoritmos para aumentar las posibilidades”, le dijo a la BBC el ingeniero de automatización Chingyao Yang, quien trabaja en el laboratorio de Just Inc.
Los defensores de esta tecnología dicen que es una buena alternativa a la carne “convencional”. Pero ¿gustarán a todo el mundo?
“Tenemos que fabricar productos que funcionan mejor a la hora de agradar a los consumidores que lo que hace la tecnología actual”, dice Brown. “Si no, habremos fallado”.