¿Podría ser México una fuente de inspiración para Reino Unido?
Junto a Francia, México es un país pionero en el mundo por haber introducido, a principios de 2014, un impuesto del 10% sobre los refrescos.
La medida formó parte de una estrategia nacional más amplia para luchar contra la obesidad, un grave problema de salud en el país, que tiene uno de los índices más elevados del planeta.
Y aunque todavía es temprano para evaluar el verdadero impacto que este tributo ha tenido sobre los hábitos de consumo de la sociedad mexicana y que tendrá a largo plazo sobre la salud de la nación, la aventura mexicana está siendo observada de cerca por otros países del mundo.
En Reino Unido un chef famoso, Jamie Oliver, está liderando una fuerte campaña contra la industria de la bebida y la comida por los elevados niveles de azúcar presentes en los alimentos, y en sus argumentaciones cita el ejemplo mexicano como uno de éxito.
Esta semana Oliver defendió ante un comité parlamentario para la salud su propuesta de introducir un impuesto del 20% sobre las bebidas que contienen azúcares añadidos, como en México.
Esta es sólo una de sus sugerencias.
Su objetivo es que sean recogidas en una inminente nueva estrategia gubernamental para luchar contra la obesidad infantil.
En Reino Unido, según cifras oficiales, un 20% de los niños que comienzan la escuela a los 4 años tiene sobrepeso o es obeso.
Para cuando alcanzan los 10 y 11 años ese porcentaje sube a un 33%.
Y el impacto que el azúcar tiene sobre nuestra salud y en consecuencia sobre el servicio de la sanidad pública británica se ha convertido en un tema candente en el debate político nacional.
El famoso chef británico ya ha introducido su propuesta en sus propios restaurantes, donde las bebidas con azúcares añadidos cuestan 10 céntimos de libra más.
El dinero recaudado en este “impuesto” va destinado a una organización sin ánimo de lucro para la educación sobre la alimentación.
A nivel nacional se estima que un impuesto del 20% sobre el azúcar ayudaría a recaudar US$1.000 millones al año.
El famoso chef propone que el gobierno reparta ese dinero entre el servicio de sanidad pública (NHS) y las escuels primarias.
Oliver critica también que la industria utiliza “deliberadamente” un lenguaje confuso en torno del azúcar en las etiquetas de los productos.
Durante su comparecencia en el parlamento el chef presentó su propio análisis del contenido de azúcar en las bebidas azucaradas añadiendo un nuevo icono a las etiquetas de las botellas: la imagen de una cucharita con un número al lado, que indicaba que una botella contenía el equivalente a 11 cucharitas de azúcar, otra 13 y otra 14.
“Cuando le das información clara al público, la gente toma buenas decisiones”, le dijo el chef a la BBC.
En marzo de 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) redujo su recomendación diaria de consumo de azúcar a un 5% del total de calorías ingeridas para llevar una dieta sana óptima.
Una sola lata de refresco del tamaño estándar de 330 ml contiene el equivalente en azúcares a 9 cucharitas de azúcar, es decir, más de la cantidad diaria óptima recomendada por la OMS.
Algunos critican al chef por ensañarse en particular con la industria de los refrescos y no con otras como la de los cereales o la pastelería, que también contienen elevados niveles de azúcar.
Pero Oliver argumenta que las bebidas azucaradas “son la fuente mayor de azúcar en las dietas de nuestros niños y adolescentes”. Y sostiene que al contrario que con el consumo de productos como el chocolate, las galletas o las barras de cereales, la gente no se da cuenta de la verdadera cantidad de azúcar que hay en las bebidas.
Tanto México como Francia ya tienen un impuesto al azúcar.
Pero la medida es tan elogiada como criticada, dependiendo de en qué lado del debate esté el interlocutor.
Jennifer Rosborough, del grupo de presión británico Action on Sugar, cree que los precedentes en esos países han sido un éxito.
“Hemos visto recientemente en otros países que el impuesto sobre el azúcar ha funcionado muy bien para empezar a reducir el consumo de refrescos azucarados, así que es algo que realmente deberían considerar (en Reino Unido) a la luz de los crecientes niveles de obesidad”, le dijo Rosborough al programa de la BBCNewsnight.
Del otro lado de la balanza, Gavin Partington, de la Asociación Británica de Refrescos, sostiene que la medida no tuvo ningún impacto significativo.
“En México introdujeron un impuesto y por supuesto que recaudaron dinero, pero ese dinero no fue reinvertido en salud pública. Lo que generó fue un descenso medio en la ingesta de calorías de 6 calorías por persona por día. No creo que haya alguien que piense seriamente que una reducción de 6 calorías diarias por persona va a tener impacto alguno sobre los niveles de obesidad”, comentó.
Sin embargo, Jamie Oliver cree que el impuesto tanto en Francia como en México ha rendido frutos.
En Francia, asegura, hubo una reducción en el consumo de azúcar de un 3% con un impuesto que es un cuarto menor que el 20% sugerido por Oliver para Reino Unido.
“En el caso de México, donde el impuesto es del 10%, hubo una bajada de las ventas del 6 al 7%”, le dijo el chef a la BBC.
La medida, según Oliver, “es simbólica” y “va dirigida a la industria empresarial”.
Dada la situación en la que estamos ahora “es hora de cambiar las reglas del juego”, defiende.
Pero Ian Wright, Director General de la Federación de la Alimentación y la Bebida del Reino Unido, cree que demonizar a la industria de los refrescos no es la solución.
Y mientras unos y otros debaten, la bomba de tiempo que es la obesidad sigue contando segundos.