Tengo que confesar que más de una vez he dicho que los muéganos son dulces para gente grande, desconociendo totalmente la historia detrás de ellos y sin saber qué son los muéganos y cómo saben. Para salir de mi ignorancia, te invito a que me acompañes a conocer más sobre este dulce típico mexicano.
Para responder a mi primera pregunta sobre qué son los muéganos, me fui a leer Larousse Cocina quien los describe como un dulce preparado con una masa similar a la de los buñuelos, del que existen diversas versiones en algunos estados de la república mexicana.
En la Ciudad de México y centro de nuestro país, los muéganos son unas bolas de cerca de 10 cm de diámetro, fabricadas con cuadros pequeños de pasta de harina de trigo, cubiertos con caramelo y pegados unos con otros. ¡Claro! de ahí la frase popular: “Andan pegados como muéganos” cuando vemos a una pareja que para todos lados van juntos.
Y a todo esto ¿Cómo están hechos los muéganos?, de acuerdo con la misma fuente, la masa se elabora como la de los buñuelos, se estira, se corta en cuadros de poco más de 1 cm de lado y se fríen en manteca de cerdo hasta que se inflan y se doran; se escurren y se mezclan con un almíbar de piloncillo caliente, se forman las bolas y se dejan secar.
Cuando hablamos de muéganos pensamos exactamente en la descripción de arriba, una bola que la forman varios cuadrados de harina, sin embargo, Larousse Cocina señala que existe otro muégano elaborado con masa de maíz mezclada con queso, polvo de hornear, sal y leche; con la masa se forma una bola de 2 cm de diámetro y se oprime en el centro para darle una forma similar a una dona, pero sin hoyo; se fríe en manteca de cerdo y se baña con miel de piloncillo.
En Huamantla, Tlaxcala, le llaman muéganos a panecillos rectangulares de unos 5 cm de largo por 10 de ancho, y 2 de grueso, fabricados con harina de trigo, anís, manteca de cerdo, sal y canela, horneados y bañados en un jarabe espeso de piloncillo y canela. Cuando están casi secos, pero todavía algo melosos, se colocan sobre obleas de colores que cubren una de sus superficies.
En Puebla existe esta misma versión solo que sin las obleas pegadas, de acuerdo con la historia poblana, se dice que fueron los monjes del antiguo convento de Huejotzingo, quienes lo incluían como postres en las comidas que servían.
Las piezas son exhibidas en las vitrinas de las dulcerías tradicionales, por lo regular en una charola y cubiertos con un pedazo de papel de arroz para evitar que se peguen entre sí o se desboronen.
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