La cultura de América Latina florece en sus cocinas, donde los sabores del barrio, la casa familiar y la infancia se arraigan profundamente. En la última feria Sabor Barranquilla, 23 mujeres, entre chefs, matronas y cocineras tradicionales se reunieron durante cuatro días. Para demostrar que su persistencia y presencia, en medio de dificultades económicas y sociales, protege el patrimonio culinario del continente.
Alrededor de sus historias y legados, la gastronomía sigue vibrante. En este artículo, exploraremos las historias de tres líderes, tres mujeres cocineras tradicionales diferentes que salvaguardan la gastronomía tradicional de sus países desde sus cocinas.
Estas tres expertas y cocineras tradicionales provienen de Colombia, República Dominicana y Argentina. Ellas defienden sus recetas tradicionales, la importancia de la soberanía alimentaria y el papel de la dignidad en su trabajo.
Sonia Mena, una autodidacta culinaria, escapó de la guerra en Riosucio, Chocó, Colombia, hace cuarenta años. Llegó a Cartagena en busca de un nuevo comienzo. Su destino la llevó a una modesta mesa de fritos en el barrio Olaya, donde forjó su identidad como la “Reina de Reinas” de los pasteles y fritos tradicionales del Caribe colombiano.
No se limita a preparar más de veinte tipos de dulces típicos cartageneros, sino que también lidera la junta de acción comunal, luchando incansablemente por mejorar las condiciones de vida en su comunidad. En un barrio marcado por la pobreza y el hambre, Sonia se ha convertido en un faro de esperanza, distribuyendo alimentos a quienes más lo necesitan.
Su cocina es una poderosa herramienta para ayudar a las personas de su comunidad, y su habilidad para hablar en público ha hecho que su voz sea escuchada, demostrando que la cocina puede ser una fuerza para el cambio social.
Inés Páez, mejor conocida como Chef Tita, es una figura destacada en la cocina de República Dominicana. Desde su infancia, estuvo inmersa en el mundo culinario, observando a su madre repostera y a su padre ingeniero, quienes la inspiraron a explorar la cocina tradicional de su país. A pesar de la falta de enfoque en la cocina local durante sus estudios de Administración de Empresas Turísticas, Chef Tita se dedicó a aprender sobre la cocina dominicana por sí misma.
Su pasión por la cocina ancestral la llevó a explorar el campo dominicano y a documentar recetas, técnicas y productos de diferentes regiones del país. Su compromiso va más allá de la cocina, ya que fundó la organización Ima, que utiliza la gastronomía como herramienta para el cambio social, promoviendo la soberanía alimentaria y el desarrollo local a través de la producción de alimentos.
Además, Chef Tita desempeñó un papel fundamental en la creación de legislación gastronómica en República Dominicana y en la formación de un comité gastronómico que coloca a las cocineras y los productores en el centro de la industria alimentaria. Su historia es un testimonio inspirador de cómo la cocina puede ser una fuerza de cambio social y cultural, y cómo una sola persona puede marcar la diferencia.
Magda Choque Vilca, ingeniera agrónoma originaria de La Quiaca, Argentina, es conocida como “la reina de la papa andina”, pero su labor va más allá de la investigación y promoción de este tubérculo.
La chef Magda ha contribuido significativamente a la preservación de las tradiciones culinarias regionales y a la soberanía alimentaria en América Latina. Su enfoque abarca una amplia gama de productos y técnicas culinarias transmitidas de generación en generación. Reconoce la importancia fundamental de las mujeres rurales en la preservación de semillas y en mantener viva la cultura gastronómica.
Magda subraya que las cocineras populares son las verdaderas protagonistas de la soberanía alimentaria, ya que su labor incluye la conservación de tradiciones y técnicas ancestrales que han perdurado a lo largo del tiempo. La historia de Magda Choque nos muestra cómo una ingeniera agrónoma ha evolucionado hacia una luchadora incansable por la equidad en la cocina y la valoración de las cocineras y matronas. Su trabajo no solo es técnico, sino también social y cultural, promoviendo la diversidad de productos locales y recetas tradicionales. Su legado es un recordatorio de la importancia de honrar nuestras raíces culinarias y promover la igualdad en el mundo de la gastronomía.
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