No hay ningún mal que una sopa de frijol no cure y hoy te traemos una receta fácil y muy cumplidora.
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Para ponerla guapa
Primero que nada, calienta un litro de caldo de pollo con un cuarto de cebolla y un diente de ajo. Agrega dos tazas de frijoles ya cocidos (acá te enseñamos cómo hacerlo desde cero) y una hoja santa para que tome sabor.
En otra cacerola, hierve agua y calienta ahí uno o dos chiles anchos, al gusto para que no te pique demasiado. Quita los tallos, semillas y venas.
Licúa todo: el consomé, la cebolla, la hoja santa, todos los frijoles, el chile y el ajo. Regresa a la cacerola y cocina a fuego bajito.
Prepárate con las guarniciones: corta en julianas finitas dos tortillas y en rodajas un chile pasilla.
Calienta aceite en una sartén y fríe las tortillas hasta que estén doradas. Sigue el chile pasilla, con cuidado y muy rápido para que no se queme. Escurre todo en papel absorbente.
Corta en lajas el aguacate y en cubitos el queso fresco.
La sopa debe tener una textura espesa pero fluida, así que si ya parece más bien frijoles refritos, agrega un poco más de agua.
Cuando llegue a esta consistencia: que pases un dedo por el cucharón y se mantenga separado, es hora de servir.
En el centro van las julianas de tortilla. Ralla con un poco de crema ácida encima y coloca los cubitos de queso, las lajas de aguacate y las rodajas de chile pasilla.
¡Que la disfrutes!
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