El chef Diego Morones está muy agradecido con la vida y creó Gracias Comedor para compartir el fruto de sus experiencias y sazón con una cena de 10 tiempos, en una preciosa terraza. Este es un concepto de menú rotativo que cambia cada ocho semanas y se inspira en diferentes temas.
Comenzamos con Catrina, el mezcal artesanal de la casa, elaborado por el chef con sus primos en Oaxaca. Este trago, de triple destilación, tiene tonos ahumados y un ataque suave en boca.
En Gracias Comedor te invitan a comenzar tu cena así. Dicen que el primer trago es para alimentar el alma y recomiendan tomarlo a besos y no a tragos, ya que es una dama.
Continuamos con Alebrino, el vino con el que disfrutarás el resto de la experiencia, un ensamble de Tempranillo, Merlot y Cabernet Sauvignon, del Valle de Guadalupe.
El primer platillo es el Singapore noodle, un plato que le generó bastante incomodidad al chef, porque había que comerlo con la mano, usando el camarón como cuchara y sorbiendo los noodles.
Parece difícil abordar este el camarón con salsas asiáticas (ostión, shiraza y soya dulce), fideos, jitomate cherry y limón amarillo; pero resulta sencillo y nos reconecta con ese placer que tantas veces prohibido: comer con las manos.
A partir de este platillo, nos invitan a que comamos todo con las manos, lo que aceptamos gustosos y con cierto sabor a desafío.
Continuamos con un crujiente Arancini mientras nos cuentan que en el 1600 Sicilia todavía era dominada por los árabes, por lo que los sicilianos tuvieron que adaptar sus risottos.
Entonces, los hicieron bolita y los empanizaron. La versión del chef tiene relleno de pistache, quesos maasdam y grana padano; y salsa de jitomate.
La fiesta sigue con un Doner kebab, de Turquía, Shawarma en el Líbano e Israel o Giro en Grecia. La versión del chef: carne americana marinada desde una noche antes, con aceite, especias y sal.
El tzatziki que lo acompaña es el tradicional, con eneldo, y el toque mexicano viene en unas gotitas de salsa macha con pistache.
El cuarto tiempo, brisket bao, combina el pan al vapor o bao, chino y el brisket de American Meat, con 18 horas de cocción en el horno, con demi glace, vino tinto, cebolla morada y arúgula.
Sigue el scotch egg, que se creó en Londres porque los nobles querían un platillo portable para sus días de campo, creando este huevo duro cubierto de carne de res muy especiada.
La versión del chef lleva un huevo de codorniz pochado que al romperse baña de forma deliciosa el rib eye molido con cúrcuma, ajo, sal y curry. Va sobre una reducción de cerveza con miel.
¡Todavía hay más! Un Pho bo, de Vietnam, un caldo elaborado con una reducción de huesos de carne americana con un poco de pato, que se asan al horno hasta que se queman, por 36 horas.
Va sobre un fondo de fideos de arroz, pimiento, cebolla y menta, y como se come en época de frío, te instan a tomar el tazón con tus manos, para calentarlas mientras bebes el caldo y comes la pasta con palillos.
Para cerrar con broche de oro la parte salada llega un Lobster roll: langosta a la mantequilla de estragón envuelta en pan de papas con ajo hecho en casa, y mayonesa con salsa de pescado y cebollín.
Hacemos una pausa para limpiar el paladar con la granita de Nicoló, un amigo siciliano del chef. Es un granizado elaborado con limoncello, flor de cilantro y naranja kumquat.
Vienen dos postres que no decepcionan: El Boing de Guayaba, bebida con la que los mexicanos acompañamos nuestra comida callejera; está puesto al plato como un cremoso de guayaba rosa sobre pan de mantequilla y una reducción del mismísimo jugo.
Terminamos, más que felices, con un mini cannoli, relleno de queso ricotta aderezado con cítricos, reducción de manzana y pistache y con humo de canela.
El menú que probamos está inspirado en el Street Food que Diego ha probado en sus viajes alrededor del mundo, claro con su toque personal y con una experiencia que busca ser íntima y casera.
A lo largo de cada tiempo, el chef Diego, que por el momento se encuentra recuperándose de un accidente y ahora es representado por sus sous-chefs, Gabriel y Giovanni, se acerca a la mesa y te cuenta la anécdota que acompaña a cada plato.
Para poder disfrutar de Gracias Comedor, es necesario reservar de martes a domingo a través de sus cuentas de Instagram, Facebook y Open Table, con al menos 12 horas de antelación.
Y si se te antojó la comida callejera, pero mucho más mexicana, conoce este puestos de esquites del Mercado de Jamaica.