En México, una de las formas más populares para entrar en calor y sentirse reconfortado es con una buena receta de café de olla. Y tiene todo el sentido: la calidez de las especias que se entrelazan con los destellos dulces del piloncillo y la presencia del café es una combinación difícilmente replicable.
Pero ¿te has preguntado de dónde viene esta bebida tan tradicional? Aunque es básica en las comunidades rurales y también en las fiestas patronales, el café de olla tiene su origen en los árabes y llegó a México con la Conquista.
Miguel Díaz, antropólogo y especialista en café, nos compartió los secretos sobre el nacimiento de nuestro café consentido:
Tiene una fuerte raíz árabe. Nacido en Etiopía y llevado a Yemen, los pobladores del Medio Oriente descubrieron que los aromas y sabores del grano se potenciaban con el tostado, así que lo hacían en comales que se alimentaban con el calor de la brasa de carbón.
Eran procesos largos para que las mejores características salieran a la luz, por lo que el café tomaba colores muy oscuros y sabores intensos a caramelo.
Una vez listo, tocaba una molienda fina que dejaba al café como un polvo delicado y casi soluble. En esa época se vendía junto con las especias de la región así que en la taza también iban juntos: en un pocillo de barro se servía agua, suficiente café, clavo, comino, cardamomo y canela molidos.
Se ponía directo en la brasa a calentar y justo antes de la ebullición, se retiraba. Este procedimiento sucedía tres veces para asentar sabores y aromas. Se endulzaba con miel y reconfortaba las noches frías de invierno en Arabia.
A México lo colonizaron los españoles, quienes habían tenido una ocupación árabe durante ocho siglos previos a su autonomía. La influencia de esta cultura es evidente en sus obras arquitectónicas y manifestaciones culturales, por lo que en América también hay tradiciones heredadas desde el Medio Oriente.
Con el café llegaron también las especias a la Nueva España y las personas que los comerciaban. Traían consigo el bagaje cultural de beber café árabe especiado y transmitieron este conocimiento a los pueblos originarios.
Aquí la cosa se modificó un poco: el café se endulza con melaza o piloncillo que viene de la caña de azúcar y se complementa con canela, clavo y a veces piel de naranja.
Es fácil hacerlo en casa y las especias se pueden infusionar junto con el café molido, lo cual hace que hagan una combinación perfecta en la bebida.