Todo cambió con la crisis sanitaria. Absolutamente todo, incluso nuestra forma de alimentarnos y convivir alrededor de la mesa. Algunas cosas que se quedaron en marzo de 2020 quizás regresen pero algunas otras tendencias creadas a partir de la pandemia revolucionaron nuestra forma de comer.
Ha quedado normalizado comer en la banqueta o pedir el mandado hasta la puerta de nuestras casas. También cambió la forma en la que adquirimos alimentos y de quiénes lo hacemos. Algunas son buenas noticias y alientan un comercio más justo para todos.
¿Te volviste la señora de las plantas y ahora no solo tienes decoraciones preciosas sino hierbas aromáticas y hasta especias? ¿Prefieres pedir de cenar a quedarte en casa un viernes cuando antes no había poder humano que te mantuviera quieto? ¿Le entraste más a alimentos saludables?
No, no eres el único, todos compartimos estos cambios a medida de nuestras posibilidades.
Si tienes un teléfono móvil lo más probable es que tengas instalada una -o más- aplicación de envíos a domicilio o comida para llevar. Imagínate que los usuarios de este tipo de programas incrementó ¡un 300% tan solo en los primeros seis meses de confinamiento!
Seguro al principio tuviste experiencias complicadas como que tu comida llegó desecha o fría, o que te cobraran cargos extras por cosas que no pediste.
Aunque muchos prefieren salir a comer que pedir a domicilio, esta tendencia llegó para quedarse porque tiene una ventaja: practicidad. El diseño de empaques y montajes ha cambiado drásticamente y los alimentos que viajan cada vez están más adecuados para hacerlo.
Todos los restaurantes que tienen la posibilidad de hacerlo sacaron sus mesas a las aceras, jardines y hasta estacionamientos para servir de comer ahí aunque más allá de crear tendencias, satisfacen la necesidad de convivir en espacios abiertos durante la pandemia.
Esto no solo sucede en México y Latinoamérica; de hecho, un estudio de la agencia Alix Partners en el Reino Unido aseguró que la reapertura con mesas en espacios públicos es un factor que hace la diferencia entre el cierre definitivo de un restaurante o su sobrevivencia ante la crisis económica.
En la CDMX, el programa reactivar sin arriesgar propone mantener este formato incluso si se llegara al semáforo verde, con la intención de que los establecimientos de alimentos y bebidas puedan mantenerse en funciones.
Sí, al principio de la pandemia todo mundo atascó su carrito del súper de latas de atún y cajas de cereal; sin embargo, con el paso del tiempo y las declaraciones de la OMS sobre el mantenimiento del sistema inmunológico como un arma contra la COVID-19, los ingredientes no procesados salieron a relucir.
El jengibre, por ejemplo, pasó de ser solo un condimento a patrocinar los antibióticos naturales en los licuados matutinos. La leche dorada hecha con cúrcuma -que también es otro antimicótico que nos regala la tierra- se colocó en el radar de todos los que buscaban bebidas reconfortantes además del café o las infusiones.
Surgieron mil y un negocios que surtían canastas de vegetales cultivados en las cercanías; aprendimos a hacer conservas en casa, pan de masa madre y a valorar cada uno de los productos de la alacena.
Ese espacio donde hay una estufa, una cafetera, una tarja y, con suerte algo de comida dejó de ser ajeno a nuestra cotidianidad. Aprendimos a hacer panqué de plátano y otros más arriesgados hasta panes de hogaza.
Muchos descubrimos lo mágico que es comer en casa a pesar de enfrentarnos a problemas como el cálculo de comida o cómo almacenar los alimentos para que no se echaran a perder. Todos esos aprendizajes son oro, créenos.
Estuvimos encerrados en casa, un lugar que para muchos era solo para dormir y pasar los fines de semana. ¿Qué sucedió después? Pues había que ponerlo bonito. El negocio de venta de plantas online creció exponencialmente y con él, una de las tendencias más bonitas de la pandemia: cultivar plantas para comer.
Así, miles de personas utilizaron sus espacios libres para sembrar hierbas aromáticas, hortalizas y algunas especias.
Si desde el kínder no logras germinar ni una semillita de frijol, aquí te decimos varios tips que pueden echarte la mano para arrancar tu huerto casero. Y no, no importa que no tengas jardín o terraza, con un espacio pequeño puedes hacer maravillas.
Las plataformas de venta en línea son una maravilla pero aceptémoslo, comprar a la gente del barrio también se disfruta.
La pandemia ayudó a que la compra a comercios locales -para comer o de ingredientes- se volviera una de las tendencias más fuertes. Valoramos la cercanía y la practicidad de conocer las habilidades del vecino.
Los tianguis y mercados sobre ruedas de barrio se convirtieron en espacios más seguros que los súpermercados por tener la ventaja de estar al aire libre.