Un hotspot más en la Roma, ahí donde los fogones se encienden para ofrecer platos cada vez más vanguardistas, más defensores del productor y también más empáticos. Ahí vive La Cerrajería Restaurante, específicamente en la planta baja del renovado Hotel Brick. Y no solo vive, sino que sobrevive exitoso a la pandemia y se mantiene por lo alto con sabores entrañables que solo consiguen con buena técnica y respeto por los ingredientes.
Es el lugar perfecto para darse un lujito y sentirse apapachado: desde la recepción hay calidez y el espacio invita a tomarse un traguito -o dos- antes de comenzar la función gastronómica. Está ubicado justo donde antes estaba la cerrajería del barrio, oficio que le dio nombre al lugar y hoy cumple su vocación de abrir puertas a sabores y aromas que valen la pena experimentar.
El menú es conciso aunque lo suficientemente completo para pedir varias cosas al centro y disfrutar todo. No se define por ingredientes de un lugar en específico, entonces la cosa es variadita y placentera para todos los gustos. Lo que sí se nota: influencias de aquí y de allá, todas impresas en los platos con mucha cautela.
Están inspirados en la cocina de Eduardo García aunque también se nota la atención al detalle de Pujol y Mugaritz.
Arrancamos con un hummus y pan pita hecho en casa. Llega calientito y perfecto para acompañar una margarita de aguacate, infusionada con las hojas de su árbol y Tequila cristalino.
Junto a él también recibimos al camote rostizado y bañado en salsa de quesos. Lo corona más queso y un aceite de chiles formando una triada perfecta: el vegetal es cremoso y se completa con las notas lácteas y ácidas en equilibrio.
Una opción más fresca es el crudo de kampachi que viene presentado con una marinada no muy ácida y puré de aguacate. Para terminar, el equipo de servicio sirve con un gotero dos tipos de aceites: uno infusionado con cilantro y otro extraído de la salsa macha.
Junto con un par de tostadas, con este plato conquistó la cocina de La Cerrajería Restaurante su autor, el chef Armando Acosta.
Después del aperitivo, estamos listos y llenos de antojo para lo que sigue.
Hay un secreto a voces sobre la cocina de La Cerrajería Restaurante: sus tacos de lengua. No hay alguien que los haya probado cuya calificación sea menor a espectacular y definitivamente, no somos la excepción. A nuestra mesa llegó en terrina, de modo que se deshacía tan solo con pasar el tenedor y alcanza para cuatro tacos bien servidos.
Para seguir en el tono de la carne de res, valen la pena las albóndigas mediterráneas. Son tres y vienen cubiertas por una ensaladita de brotes, cilantro y quelites; debajo de ellas hay una sorpresa crujiente: trozos de frutos secos que complementan al jocoque y aceite infusionado con hierbas aromáticas como guarnición.
Otro imperdible es el pulpo: suave y crujiente, sabroso y bonito par de tentáculos cocinados de tal suerte que se quedan en la memoria. Están barnizados con salsa XO, un invento del equipo de cocina donde aprovechan boquerones, chiles, sardinas lardo, callo de hacha deshidratado algunos frutos secos para poner toques finales al paisaje gastronómico.
Para los amantes del chocolate hay un postre muy cercano a su paraíso: se trata de un costalito de pasta phyllo rellena con ganache de chocolate amargo y horneado. Junto a él, una quenelle de helado de rosita de cacao, ese ingrediente que hace tan especial al tejate.
Otra opción es el pastel vasco de queso que viene acompañado de moras. Para ambas opciones hay digestivos de acuerdo a la palea de sabores: carajillo tradicional, con licor de elote, con mezcal o cualquier otra bebida que ayude a que el culmen de la comida sea tan placentero como cuando comenzó.
Es de aplaudir que este lugar, a pesar de que ponen el protagonismo sobre el chef, cada detalle demuestra un trabajo en equipo impecable. La operación, el servicio, la cocina y hasta la curaduría de la cava integran un todo que es armónico y delicioso.
Dirección: Orizaba #95 col. Roma Norte
Instagram: @cerrajeria.restaurant