Combinar naturaleza, aire y libre y comida rica nunca había sido tan buena idea como ahora que la seguridad y la salud son prioridad. Cubo no se trata de solo salir a comer sino de olvidarse de la rutina, disfrutar cada sabor, cada sonido y cada paisaje que el bosque tiene guardado para nosotros.
La idea es simple y a la vez original: convivir con la naturaleza, aprender, respirar aire puro y de paso tener una comida deliciosa en un plan de un día. Se puede escoger entre varios menús o bien asistir a los pop-ups que organizan con distintas personalidades gastronómicas. La cocina la dirige Carlos Téllez, chef de Lucio.
Roberto Lingard, quién se dedica hasta hoy a proveer de hongos silvestres y otros productos a algunos restaurantes de alta gastronomía, obtiene los ingredientes de un terreno boscoso en el municipio de Santa Ana Jaloztingo, a una hora de la CDMX.
Con su trabajo entendió que el contacto con la naturaleza es clave en la experiencia gastronómica y es ese justamente el concepto del lugar: volver a los comensales participantes de la dinámica del bosque.
La región fue otomí en la época prehispánica y todavía queda mucho de la cultura en ella: la naturaleza es la abuela vieja que otorga conocimiento y comida y la caminata es un homenaje a ella. El abuelo viejo, por su parte, es la deidad que rige al ser humano y a quién se le intencionan las obras del día en el fuego que transformará los ingredientes.
Al llegar al bosque -alrededor de las 11 de la mañana- Roberto emprende camino con los asistentes entre los árboles para recolectar vegetales que de acuerdo a la temporada pintan el paisaje: moras silvestres, tréboles, hongos o piñas de pino. Lo que se junta se agrega a alguno de los tiempos del menú.
La caminata comienza y termina en el el Cubo -que en realidad es una casa con esa forma- y dura aproximadamente una hora y media, el tiempo perfecto para abrir el apetito. Ya a la vuelta te espera el equipo de Devoured! para servirte algo de tomar y comenzar la comida.
Hay dos formas de acudir a la expedición por el Cubo. La primera es en grupos abiertos -un plan increíble si quieres conocer gente y vas solo o con pocos acompañantes- o bien hacer un tour privado que requiere un mínimo de 10 participantes.
Los menús varían de acuerdo a lo que elijas y la recomendación es ponerse en manos de los organizadores pues, junto con el chef Carlos Téllez tienen opciones increíbles. Además de los menús fijos hay pop-ups que se agendan y promueven en redes sociales.
Puedes llegar por cuenta propia o mediante el transporte que tienen para ti. La actividad dura todo el día y una buena noticia para los perrhijos es que son bienvenidos. Con el aroma a humo impregnado en la ropa quedará evidencia de un plan que nos encanta para repetirlo.