Cuando llega el plato de cinco croquetas de jamón ibérico a tu lugar en la nueva barra de Garum pareciera que son tapas como cualquiera. Lo que estás por descubrir en la primera mordida es que cambia todo el escenario: el lugar -que de por sí está muy bien decorado- se vuelve todo un paraíso culinario.
No son una botanita más, es un cúmulo de sensaciones que te disparan directito al cielo. En contraste con las croquetas a las que los chilangos estamos acostumbrados, estas son muy cremosas -llegando hasta lo fluido- y tienen muchísimo sabor. No dejan de ser crujientes y el balance de sal es el adecuado para hacer brillar al jamón.
Ya conocíamos este lugar en Polanco por ser uno de los mejores en alta cocina de la Ciudad. Vicente Torres, quien creció en Ibiza pero vive en México desde hace varios años, ahora tiene dos conceptos en el mismo inmueble.
Lo primero que maravilla es la decoración. La planta baja, que antes era parte del concepto fine dining, ahora se convirtió en una barra casual -sin perder el estilo- para ir a tomar buena coctelería y probar una que otra maravilla gastronómica.
Hay tablas de quesos, tapas frías, pintxos y postres. Encuentras desde la tradicional tortilla de patatas en su punto exacto de cremosidad y cocción hasta creaciones originales como las croquetas de alitas de pollo con salsa thai y coronadas con cebollita morada en conserva. La paleta de sabores es abundante y todo saca por lo menos una tímida sonrisa.
Toca hablar del pulpo pues sería una injusticia dejarlo pasar. Si eres de aquellos que no lo perdonan en ningún restaurante, este se convierte casi en una obligación pues la cocción está muy cerquita de ser perfecta. Se inspiran en la tradicional preparación gallega y viene sobre puré de papa y cada trocito del octópodo es tan suave como la base. Por supuesto, pimentón dulce y sal de grano están presentes en esta maravilla.
Para Vicente los detalles importan, y mucho. También son relevantes las historias que cuentan esos detalles y la forma en la que se muestran al comensal. Todo esto se nota en su tártara de wagyu que, según la crónica, toma inspiración de un bar madrileño y viene marinado en perfecto balance. Lo acompaña una quenelle de helado de mostaza, yema marinada, jitomates cherry deshidratados y algo de arúgula.
… ¡Y qué postres!
Hay cuatro opciones de las cuales resalta el arroz con leche con mucha ventaja. Está aromatizado de modo que no es invasivo y permite que los lácteos hagan lo suyo en cuestiones de sabor. Es un plato que emociona, que se descubre después de romper la placa de caramelo que lo esconde y que nos regresa a aquello que más nos gusta: la comida honesta, de casa.
Tampoco está para dejarse pasar el cheesecake de queso Ocosingo con sorbete de frutos rojos. Calientito y presentado en un sartén de cobre, delata con sus encantos a un postre nada dulce y perfecto para cerrar con broche de oro.
Para terminar, un carajillo shakeado, los petit fours de chocolate y tenemos la comida perfecta.
Dirección: Av. Presidente Masaryk #513 col. Chapultepec Morales
Instagram: @garummasaryk
Pide por Rappi (tip: tienen una paella de campeonato)