Las galettes son uno de los postres más ricos, versátiles y auténticos que existen. Se elaboran con harina, agua y mantequilla para hacer una masa que cubre frutas y jaleas para dar ese apapacho dulce al terminar una comida o acompañar con un cafecito o infusión.
En su aspecto son muy parecidas al pay tradicional; sin embargo, son más fáciles de hacer y requieren menos utensilios. Se prepara la masa, se estira para que tome forma redonda, se agregan las frutas frescas o en almíbar y se cierra de los lados; posteriormente se hornea hasta tomar una textura crujiente.
El abanico de sabores que caben dentro de una masa es tan abundante como la cantidad de platillos que se preparan así. En el caso de las galettes el nombre no sólo se hace referencia a un postre, incluso hay sitios donde es un plato salado ideal para la hora de desayunar.
Una de las más famosas aparece después de la Navidad, sobre todo en Francia. Un pastel redondo hecho a base de hojaldre y relleno de frangipane -una crema de almendras- da forma a la espléndida galette des rois.
En el sur de este país se le agrega una habichuela o una figura de cerámica y como tradición a quien le toque se le corona como el rey de la casa.
Hay historias que cuentan que el mismísimo Luis XIV de niño disfrutaba de partir este pastel y que él mismo pedía que le pusieran la habichuela para coronarse dos veces rey.
Existe otra variedad de galettes que se convirtieron en un alimento básico dentro de la dieta de la población de Gran Bretaña durante siglos. Se trata de una especie de crepa crujiente preparada con harina de centeno o trigo cuya receta heredaron de los galos.
Los trabajadores acompañaban esta masa con sardinas y huevos; sin embargo, fueron incluyendo ingredientes como queso, jamón o salchichas para hacer de esta preparación una comida más completa.
Pero para el postre hay una que nos roba el corazón por ser muy bonita y además deliciosa. La receta es sencillísima y es una gran forma de tener un primer acercamiento con la cocina: no se necesitan moldes ni aditamentos especiales para que quede perfecta.
La base es una masa quebrada que se diferencia de las demás por su textura crocante. Se debe amasar poco y con la mantequilla en frío para que no se vuelva elástica y una vez reposada y estirada solo hay que rellenarla de alguna fruta que se tenga a la mano y cerrar las orillas como simulando una pizza.
Lo que sigue es ponerla guapa: un poquito de yema de huevo en los bordes, azúcar para que sea aún más crujiente y meterla al horno. Éxito fácil garantizado.
Para la masa
Para el relleno