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La ganadería, el medio ambiente y el cambio climático

Por Érika Choperena

Las formas de generar alimentos para consumo humano han evolucionado al paso del tiempo conforme a las necesidades. La ganadería es una de las actividades más antiguas en el planeta, sin embargo, actualmente está ligada a la contaminación y al cambio climático.

Tal vez pienses que tirar basura en la calle o no reciclar, reducir y reutilizar son las formas más comunes de contaminar pero no es así. Aunque todo suma, el problema es más profundo; esto no quiere decir que las acciones individuales no contribuyan, más bien que el origen principal es más grande.

¿Cómo que la ganadería afecta al medio ambiente?

De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, las actividades humanas con mayor impacto al medio ambiente aumentaron a partir de la Revolución Industrial por la explotación desmedida de los recursos naturales.

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Lo que sucede es que la composición de la atmósfera terrestre cambia ya que se emiten más gases y compuestos de efecto invernadero que permanecen activos 50 años en el mejor de los casos. El óxido nitroso, metano y dióxido de carbono (CO2) son los más comunes y este último puede mantenerse en la atmósfera durante milenios.

Es aquí donde entra la ganadería a la ecuación. De acuerdo con datos de la FAO, esta actividad genera el 18% del total de estos gases, tantos como todo el sector de transporte incluyendo coches, trenes, barcos y aviones del planeta juntos.

Además, es una de las causas principales de la degradación del suelo y de los recursos hídricos.

Este sector es el de más rápido crecimiento en el mundo en comparación con otras actividades primarias como la agroindustria.

De acuerdo con la investigadora de la UNAM, Rosario Pérez Espejo, los países en vías de desarrollo contaron con tal inversión para el desarrollo de la ganadería que “tuvo como resultado la transformación de millones de hectáreas de selva tropical, bosque húmedo y subhúmedo en pastizales para la cría de bovinos”.

¿Por qué no utilizar otros terrenos para esta actividad? Porque hay diversos factores que influyen para un buen desarrollo de los animales como el acceso al agua, el clima, el relieve del suelo, la vegetación y los forrajes para su alimentación.

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Extensiva y intensiva

El consumo de carne y leche aumenta cada año; de hecho, México es el séptimo productor a nivel mundial de proteína animal. Como dato, la ganadería se introdujo al continente durante la Colonia; en la época prehispánica, al menos en nuestro territorio, la cría de animales se concentraba únicamente en el guajolote, xoloitzcuintle, cochinilla de grana y especies apícolas.

Hay distintos tipos de ganadería, dos principalmente: la extensiva y la intensiva. 

La extensiva emplea los métodos tradicionales, es decir, casi sin intervención de la tecnología y uno de sus objetivos es usar el territorio de tal manera que perdure.

Aunque el tiempo es más largo y tiene menor productividad, mantiene los ecosistemas, su diversidad, ayuda a reducir la erosión del suelo en climas áridos, sus productos son de mayor calidad y el trato a los animales es más digno.

Por su parte, la intensiva es aquella que llegó con la Revolución Industrial. Su objetivo es aumentar la producción en el menor tiempo posible mediante instalaciones, tecnología y un ganado estabulado, es decir, que se crean de forma artificial las condiciones para su sobrevivencia.

En este tipo de ganadería el consumo energético y de agua es mayor; además de que la acumulación de grandes cantidades de excremento es bastante contaminante por el metanol. 

También hay una gran degradación de suelos y aguas debido a los fármacos y metales pesados utilizados para su desarrollo.

Por último, la ganadería intensiva plantea a los animales como objetos y debido a esta condición existe una gran discusión ética acerca del trato y relación con éstos.

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¿Hay alternativas?

Existen iniciativas que invitan a disminuir el consumo por las consecuencias que tiene en el medio ambiente. El lunes sin carne o meatless monday es un movimiento a nivel global que invita a no comer alimentos provenientes de animales un día a la semana.

Un estudio realizado por la Universidad de Oxford calculó que si los humanos modificáramos nuestra dieta a una vegetariana, las emisiones por efecto invernadero disminuirían hasta un 65%, mientras que con un modelo vegano se alcanzaría un 70%.

Además de reducir la huella de carbono y mejorar nuestra salud con el aumento de la ingesta de verduras y frutas para sustituir el consumo de carne, nuestro bolsillo también lo agradecería pues la carne es uno de los elementos de mayor costo en nuestras compras de comida.

A pesar de que el esfuerzo individual cuando se suma y se convierte en comunal es un gran paso, la solución debe ir más allá, es decir, mitigar y disminuir desde la industria ganadera intensiva.

En el año 2006 se publicó La larga sombra del ganado, que es un análisis profundo acerca del impacto del sector pecuario en el medio ambiente y la responsabilidad que tiene la producción animal en el cambio climático.

Dentro de este documento los expertos mantienen la esperanza y mencionan que “Si bien el sector pecuario contribuye en gran medida al cambio climático y a la contaminación atmosférica, igualmente existen múltiples y efectivas opciones para su mitigación. Hay mucho por hacer, pero si se quiere ir más allá del escenario tradicional será necesaria una fuerte participación de las políticas públicas.”

Y tú ¿estarías dispuesto a disminuir la frecuencia en tu consumo de carne para ayudar al planeta?