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Foto: https://www.laciteduvin.com/

La Cité du Vin, un museo interactivo para conocer de vino

Por Paloma García Castillejos

El vino francés es de los más cotizados del mundo y no sólo por ser delicioso sino porque su historia es tan profunda que ha sido digna de contarse en centros de interpretación y diversos proyectos de museo.

La Cité du Vin, en Burdeos, es uno de ellos. Entre la tierra y el río, se yergue un edificio extraño a primera vista. Una vez dentro, toda duda acerca de la vitivinicultura y sus productos queda esclarecida mediante experiencias sensoriales, talleres, catas, salas de exposiciones temporales y la permanente.

El vino, un acompañante de la raza humana

Las pruebas más antiguas de producción de vino demuestran que fue Georgia -un país en Europa oriental, colindante con Rusia y Turquía- donde se fermentó uva por primera vez hace más de 8,000 años y comenzó esta industria que hoy mueve al mundo.

Al paso de los años y con el intercambio cultural dado por las guerras y las colonizaciones, el cultivo de vid se extendió a toda Europa y con ella también el saber hacer vino. Al principio se fortificaba con hierbas y se fermentaba en vasijas de barro; el tiempo pasó y estos detalles fueron quedando en el olvido.

Una degustación en el bar de la Cité du Vin. // Foto: Paloma García Castillejos

El camino de la enología para convertirse en la ciencia gastronómica que es hoy ha tomado, sin exageración alguna, miles de años. Cada vez son más los conocimientos compartidos y las ganas de que se dé a conocer toda una tradición que evoluciona con la raza humana.

Cuando la vid llegó a Francia, los galos entendieron que debían desarrollar toda una técnica para adaptarla a sus diversos terruños. Aprendieron a sembrarla, cultivarla y darle todo lo necesario para obtener frutos que sirvieran para hacer buen vino.

Y aunque hay trece regiones en ese, el tercer país líder en producción del fermento, hay una cuya historia ha marcado la de los demás: Burdeos o Bordeaux.

Es ahí donde se ubica este museo del vino dedicado en cuerpo y alma a explicar su pasado para poder preservarlo en el futuro.

El lugar de las mil actividades

Poner un pie en La Cité du Vin es adentrarse en un mundo donde los sentidos juegan un papel estelar aunque lo importante sucede al convertir las sensaciones en conocimiento.

De lejos, el edificio tiene una forma complicada de entender. A primera vista podría recordar un decantador pero según los arquitectos responsables, nada tiene que ver su estructura con esto. La intención es tratar de recrear el alma del vino: compleja, cambiante, atemporal.

No es un centro de interpretación más, es un lugar donde el disfrute se explica y se expone para que sea aún más enriquecido. Es la demostración pura de que se puede amar al vino y entender por qué es la bebida que prevalece aún con el paso del tiempo.

museo del vino

Son más de diecinueve salas con exposiciones permanentes que enseñan todas sus caras al paso de la historia. Algunas son para tocar, otras para ver, algunas más para escuchar y por supuesto tiene tres espacios de cata para probar los mejores vinos de la región.

Aprender desde la experiencia

Quizás alguna vez hayas escuchado acerca de los aromas del vino a madera, roble o frutas. Y seguramente en más de una ocasión te haya costado trabajo identificarlos. Para verdaderamente reconocerlos, en La Cité du Vin hay una sala específicamente diseñada para oler todo aquello que puede aparecer en el ribete de una copa.

Se puede también aprender de variedades de uva, tonalidades, características y territorios. La tierra de cada región se puede conocer y así entender desde ella por qué las vides toman personalidades diversas.

Foto: http://www. burdeos-turismo.es

En la parte superior del museo hay un restaurante donde, al final del recorrido, hay una degustación de vino incluida en el boleto de entrada. El techo es de botellas de vidrio, la vista es panorámica a la ciudad de Burdeos y ofrecen un menú de comida que marida espectacular con cualquier opción.

Todo está puesto para volverse parte del mundo de la vitivinicultura. La entrada al museo tiene un precio de veinte euros y los boletos pueden conseguirse en línea.