Candidata a la Presidencia por el PT en la histórica elección de 1994, ex embajadora en Brasil, mujer de izquierda y luchadora de los derechos de las mujeres.
Cecilia Soto nos invitó a comer a uno de sus restaurantes favoritos: Anatol. Ahí, con unas flores de calabaza rellenas, cubiertas en tempura, comenzó nuestra conversación.
¿Tu primer referente en la cocina?
Mi abuela definitivamente, no, no, no, bueno mis abuelos, yo soy del norte, de Sonora del lado paterno y de Chihuahua del lado materno y uno de los recuerdos más gratos que tengo en mente siempre es el olor a tortillas de harina, lo que nosotros llamamos las sobaqueras, que son gigantes. Las hacían como a las 12 del día afuera de la casa e iba subiendo el aroma, y eso era maravilloso. Y mi abuelo quien era gobernador, le besaba la mano a la cocinera. Y esas eran mis vacaciones, y en la ciudad de México también comíamos con tortillas recién hechas, eran con maíz blanco, porque no eran de estas espantosas amarillas. Pero si definitivamente, los abuelos.
¿Platillo favorito que evoque memorias?
Tengo muchos, pero hay una receta familiar, de camarones en escabeche que hace mi hermana y que enero nos parece terrible porque faltan once meses, para que vuelva a hacer los camarones. Yo aprendí a hacerlos también, la receta apareció en una revista brasileña, cuando fui embajadora. Las sopas también me gustan mucho, aunque odio la sopa de pescado. Los lunes que lavaban en casa hacían sopa de pescado, para no cocinar, y la casa se impregnaba de ese olor y prefería no comer.
¿Restaurante favorito en México?
Me encanta el Nicos, el Anatol, me encanta Mi gusto es, el Contramar, el Sesame, me gusta mucho el Quintonil, me gusta también El Bajío.
Cuando viajas, ¿cómo es tu experiencia gastronómica?, ¿le entras al Street Food?
Empiezo antes de viajar, viendo en mis revistas favoritas, Bon Appetite, Saveur, el sitio Gourmet del New York Times, antes para saber a qué restaurante voy a ir y luego voy a dos o tres que puedan soportar mi tarjeta de crédito, pero es desde antes.
¿Quién es el mejor cociner@ del mundo? Y no me refiero a chefs.
…no lo puedo contestar, son tantos, me encanta… el chef del D.O.M. de Sao Paulo, Alex Atala, y Alice Walters, de Berkeley.
¿Frito o a la plancha?
De los dos, frito y a la plancha.
¿Cocinar o comer?
Comer definitivamente, pero espérate… me gusta dirigir la comida, me gusta entrenar gente, me gusta de saber de técnicas, leer sobre recetas, técnicas, y como yo no tengo tiempo de cocinar, enseñarle a la persona en mi casa cocinando a hacerlo.
De entre tus múltiples giras, ¿qué es lo más raro que has comido?
Definitivamente los insectos de Oaxaca.
¿Dulce o salado?
Salado.
¿Restaurante bueno para la grilla?
Depende de la zona de la ciudad de México, obviamente The Palm, en el Konditori, se desayuna mucha gente, el Puerto Madero.
¿Qué relación encuentras entre la política y la comida?
Depende, desde un punto de vista serio el tema es la política pública, es decir cómo hacer una política pública que cambie esta bomba de tiempo con el tema de la obesidad, por ejemplo si tú lees, las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, habla de que los indígenas eran delgados, flacos y sin nada de barriga, lo dice explícitamente, entonces ¿qué nos ha pasado? ¿cambio la genética, porque cambió radicalmente la dieta? Desde el punto de vista serio hay que ver cómo cambiarlo. Y desde otro punto de vista para la política, para el amor y para la amistad, yo creo que la comida reúne.
Comparado con el grado de cocción de una carne, ¿cómo está la democracia en México?
Una sonorense, muy sonorense.
¿A qué te sabe la reforma fiscal?
A ni chicha ni limonada.
¿El plato más amargo de la política?
López Obrador, la CNTE de Oaxaca, la emergencia de este fenómeno de los anarquistas, el problema de Oaxaca casi ingobernable la cosecha de tres décadas… de tres décadas del PRI, es resultado de ir cediendo, de ir comprando lealtades, eso se me hace una cosa muy desagradable de digerir. El que las mujeres en el poder no apoyen a otras mujeres para seguir subiendo.
¿Es cierto que en la política hay que comer sapos y seguir sonriendo?
Sí es totalmente verdad, y no me gustan las ancas de rana…
¿Cuál es el postre de su vida política?
Sin duda alguna la campaña a la Presidencia de la República fue una experiencia que transformó mi vida, mi visión de México, lo que llaman la “life changing experience”.
¿En política se come solo o acompañado?
Acompañado.
¿Cuál fue tu trago más amargo en la política?
El asesinato de Luis Donaldo Colosio, no que haya tenido que ver directamente conmigo, pero fue durante mi campaña, mi amigo al que yo estimaba mucho. El crimen me puso de frente de la peor manera posible a una realidad que pensábamos que ya habíamos dejado en 1928 con el asesinato de Álvaro Obregón.