Con un exterior muy particular por su color y textura (con mucha vellosidad), el kiwi es un fruto bendecida, dirían algunos. No solamente es bellísima en su interior, sino posee una inmensa cantidad de cualidades nutricionales y otras características que nos obligan a pensar en incorporarla a la dieta.
Así que ya saben, comencemos a cambiar aquél viejo dicho que dice que “una manzana al día, al médico alejaría”, ¡por kiwi!
Te contamos 10 cosas sobre su nombre, su origen y las propiedades de esta rica fruta:
El nombre de “kiwi” lo recibe este fruto cuando llega a Nueva Zelanda, posiblemente por su similitud de aspecto, dicen, entre el ave no voladora kiwi o apertix, que significa, sin alas, y el fruto.
No es un árbol frutal, es una planta trepadora que crece hasta 9 metros de altura y que es originaria de China.
No es una fruta sino una baya.
Es una de las frutas con mayor concentración de vitamina C, tres veces más que un aguacate y el doble de vitamina C que una naranja.
La península ibérica es uno de los mayores consumidores de kiwis en el mundo.
Su hermano el Jin Tao, una variedad de kiwi aunque de pulpa e interior más amarillo, tiene incluso el doble de vitamina C que los que tradicionalmente conocemos.
El kiwi es muy rico en ácido fólico, calcio, fósforo, hierro y, además, tiene más potasio que el plátano.
Tiene muy bajo en aporte calórico, un índice glucémico muy bajo por lo que es un fruto que no genera una producción de insulina que muchas otras glucosas si generan. Es decir, es ideal para la dieta.
Es rico en luteína, compuesto que puede reducir el riesgo de cáncer, de enfermedades cardiovasculares y que se recomiendan para evitar enfermedades de los ojos.