México vive una gastronomía que bien puede parecerse al realismo mágico literario. En Acámbaro sucede lo imposible: una lluvia de pan horneado por obradores oriundos alimenta los corazones de chicos y grandes una vez al año.
No sólo eso, la lluvia trae consigo buenos presagios: es la inauguración de una feria donde se encuentran las hogazas más ricas de la región.
Así como sucede con el pan de yema en Oaxaca o con las coyotas sonorenses, el Bajío tiene sus hornos ocupados en preparar algo que les da orgullo y antojo con tal solo percibir el aroma.
Se trata de una receta que lleva huevo, harina, azúcar, a veces leche y un par de especias elegidas por el panadero. La tradición llegó en la época virreinal, cuando los frailes franciscanos enseñaron el oficio de obrador en sus ganas de evangelizar el Bajío.
El aroma a pan recién hecho inunda desde entonces las calles de este municipio desde tempranas horas de la mañana. Es un símbolo tal de la identidad acambarense que los obradores locales han registrado una marca colectiva para cuidar la autenticidad de su producto.
En la antiguedad se horneaban en piedra con leña, lo cual daba unas notas ahumadas a la masa ya cocinada. Sin embargo, con el paso del tiempo se ha simplificado el requisito y el resultado sigue siendo igual de sabroso.
Es un producto de fiesta que, si bien está disponible todo el año, abandera la feria del pan de Acámbaro donde 12 productores que favorecen a más de 500 familias del municipio salen a las calles a celebrar su vocación panadera y a compartirla con la comunidad.
Para arrancar las celebraciones de la feria del pan, cada año en Acámbaro llueven pequeñas piezas de esta delicia.
La Unión de Productores de Pan Grande de Acámbaro organiza, junto con el ayuntamiento y la Secretaría de Turismo, un suceso que pocos olvidan; por las calles van camionetas donde se avienta pan a la gente para que disfrute -sin costo- este manjar que va muy bien con un cafecito lechado.
En esta lluvia se reparte la pieza básica que consta de un bollo de unos diez centímetros de diámetro. Sin embargo, las variedades de pan producido en Acámbaro no se limitan a esta sola interpretación; las tres variedades más emblemáticas son los picones, el tallado y el ranchero.
También los hay en grandes formatos, en hogaza, con picos para las fiestas patronales e incluso hay una receta especial para el día de muertos.
Este úlltimo es el más peculiar. Se trata de un pan con forma humana cubierto con glaseado blanco y azúcar pintada de rojo. La receta se conoce como “fantasma”, y en su preparación es idéntico al que da identidad a este pueblo del Bajío.
Los aromas a vainilla y notas lácteas que hacen a este primo del pan de yema dan identidad son una joya que se consigue más fácilmente en las urbes de Querétaro, Guanajuato y Michoacán. Si lo ves, no dudes que es un acompañante ideal para un vaso de leche, de café o de algún té floral.