Así como te acuerdas del fideo seco de la infancia: picosito, lleno de sabor y con deliciosas guarniciones que además de ponerlo guapo, completan este plato facilísimo de hacer.
Necesitas 20 minutos de tu tiempo para preparar esta maravillosa receta y al probarlo te darás cuenta de que fue el tiempo mejor invertido de tu día.
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Hay platillos que se escapan de los restaurantes de manteles largos y a la alta cocina. Generalmente son ésos los que preparaban las abuelas, madres, tías o cocineras tradicionales en la infancia y que hoy escasean por la rapidez con la que se vive en las grandes urbes.
Al reencontrarlos, esos platos que marcaron a toda una generación, nos transportan a ese lugar donde los aromas son una bocanada de nostalgia y los sabores nos hacen sentir muy queridos.
La cocina mexicana tiene una ventaja: entre su complejidad y abundancia, tiene preparaciones que no necesitan mayor técnica y más bien lo que aprovechan es la sazón que da la práctica. Así sucede con el fideo seco, cuyo caldillo de jitomate y chipotle aporta los toques ácidos, salados y dulces en perfecto equilibrio.
Es maravilloso para acompañar carnes a la plancha y sumar un dejo de gracia. También para ser un plato único si se le agrega un poco de bistec o de carnita de cerdo. Es un lugar donde todo cabe bien sabiéndolo acomodar.
Vestir al fideo seco es un acto que debe guiarse por el más simple y primitivo antojo; un poco de crema para dar textura cremosa, quesito fresco para completarla, rodajas de pasilla que refuerzan al chipotle y aguacate que simplemente le va bien a todo.
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