Mezclar alcohol y cafeína no es extraño, las barras de bares y la industria han logrado que sea incluso una práctica común. A finales de la década del 2000 algunas bebidas que contenían ambas sustancias fueron una moda entre jóvenes de todo el mundo por brindar “diversión” a precios bajos.
Esas bebidas aún se pueden ver en los refrigeradores del minisúper y tiendas de conveniencia; aunque en otros países legislaron para que los enlatados que tuvieran entre sus ingredientes alcohol y cafeína salieran del mercado, no fue una práctica universal.
Las perlas negras fueron uno de los cocteles en los que se indicó tener cuidado al beber, ya que la bebida energizante cargada de cafeína en combinación con el alcohol resultaba peligrosa hablando del sistema cardiovascular.
Uno de sus efectos secundarios casi inmediatos era la taquicardia, para aquellos más sensibles esto también se podía traducir en ataques de pánico.
A pesar de resultar un estimulante bastante efectivo, las secuelas a mediano y largo plazo no resultaban nada alentadoras; los problemas cardíacos podían derivar en infartos.
En Estados Unidos, la Administración de Medicamentos y Alimentos sacó del mercado en 2010 siete bebidas con la mezcla de alcohol y cafeína. ¿La razón? Ninguna de las marcas pudo demostrar que esta combinación fuese segura.
Pero los efectos no se quedan en enfermedades cardíacas, esta combinación va más allá. Beber alcohol desencadena en el cerebro una serie de reacciones, una de las primeras es la producción de una hormona llamada dopamina, también conocida como la hormona de la felicidad.
La dopamina a su vez activa la producción de otros químicos y uno en específico llamado adenosín monofosfato cíclico que da sensación de mayor energía y el comportamiento en ese momento cambia. Bajo estos efectos, platicar y bailar más no resulta raro.
Después de un tiempo esta energía se acaba; es común tener problemas al hablar, moverse más lento y después caer dormido. Casi como un ciclo natural de lo que sucede con el alcohol, lo difícil viene después cuando la cafeína hace efecto.
La cafeína apaga en el cuerpo ese efecto sedante, así que aunque las personas se encuentren a punto de caer dormidas, el café o cualquier bebida que tenga su sustancia activa hace un efecto de rebote de energía en el cerebro.
Lo peligroso en esa situación es que los efectos de la cafeína duran hasta seis horas y ese regreso a la actividad desencadena otras acciones como manejar, que a pesar de estar despierto y activo el cuerpo sigue estando alcoholizado.
Conducir en este estado es una de las causas de muerte más frecuentes por accidentes en México: a pesar de las legislaciones y de programas como el alcoholímetro, las fatalidades suceden.
Incluso, tomar una taza de café con niveles altos de alcohol en el organismo puede resultar en estos efectos. Así que ya lo sabes, mezclar alcohol y cafeína en cualquiera de sus formas no solo resulta dañino para el organismo principalmente para el sistema cardiovascular, también puede ser fatal.
Si la intención de combinar estas sustancias es activar el cerebro más allá de la diversión, esto tampoco es buena idea. No se necesita mezclar alcohol y cafeína para que esta última pueda dar el efecto que se busca.
Para estar activo hay otras opciones en donde incluso se puede prescindir de la cafeína, como la ingesta de carbohidratos complejos y proteínas.
Mantenerse hidratado también resulta completamente fundamental para continuar con un estado cerebral activo y fomentar la concentración. Y si se necesita aún más energía, hacer ejercicio es el impulso que hace falta.