La sociedad no tendría sentido en este mundo sin las mujeres: son la cabeza de la familia; aquella semilla que germina y crece hasta los lugares más recónditos. Su papel y desarrollo en las diferentes industrias marcan un antes y un después dentro del feminismo.
Afortunadamente y con el paso del tiempo, el rol de la mujer ha ido expandiéndose haciendo a un lado los prejuicios y estereotipos. Cada vez somos más las que nos abrimos camino para tomar aquellos espacios que siempre nos han correspondido por derecho. La gastronomía es uno de ellos.
De acuerdo con el Anuario de Educación Superior, carreras como Hotelería y Gastronomía en la CDMX arrojan una demanda mayor al 10% de todas las licenciaturas y aproximadamente el 60% de los estudiantes son mujeres.
Llevado a la vida profesional, la industria restaurantera debería de tener equidad de género por lo menos en términos cuantitativos. La realidad dista mucho de la estadística y se debe a que a la mujer la han alejado de la profesionalización en gastronomía por cuestiones ideológicas.
El papel de la mujer dentro de esta industria es sumamente importante. Cocinar es un acto revolucionario y político; es una manera de relacionarse con la sociedad desde puntos de vista diferentes.
La mujer claro que pertenece a la cocina. Igual que el hombre, igual que todas las personas que quieren encontrar en ella un sitio seguro, cálido y donde puedan ser lo que quieran.
El feminismo busca la igualdad en este sector, igual que en todos los demás. Además de eso, busca eliminar la brecha salarial y dar paridad en oportunidades de desarrollo profesional.
El trabajo de las cocineras en el gremio gastronómico sigue siendo poco reconocido dentro de las listas y premios anuales, no sin dar los honores que merecen figuras que nos llenan de orgullo como Elena Reygadas, Xrysw Ruelas o Daniela Soto-Innes.
Ante estas figuras mexicanas reconocidas, también ha surgido la inquietud de preguntarse: ¿por qué no pueden competir hombres y mujeres por igual?
Sin embargo, esto no es sólo un problema que permea en la CDMX y periferia, también es un cáncer que se expande alrededor del mundo y esto se resume a una sola palabra: machismo.
Para darnos una idea, en España, de los más de 195 restaurantes que existen, sólo 18 tienen una chef mujer al frente. Lo cual representa un 9.2% del total.
Un estudio de la Universitat Politècnica de València realizado por el grupo Cuina y el Departamento de Organización de empresas dio a conocer que las mujeres chefs perciben en cuestión monetaria un 23% menos que sus compañeros hombres lo que marca una gran distinción en la brecha salarial.
Desde siempre la sociedad ha hecho creer que la mujer única y exclusivamente pertenece a aquellos lugares donde su participación en esta se dedica solamente a los labores del hogar.
El mundo de la gastronomía es muy público, recibe más reflectores que otros espacios del ámbito privado como es el hogar. Entonces tenemos a grandes chefs súper famosos, casi todos hombres, pero el trabajo doméstico donde miles de mujeres se desempeñan sin salario ni atención sucede en el silencio. Socióloga feminista María Gala Menéndez Zárate
Cuando éstas deciden ejercer una profesión, lo hacen analizando los pros y contras que esta podría generarles de acuerdo al estilo de vida que llevan.
El año pasado dos grandiosas mujeres chefs mexicanas lograron robarse los reflectores de una industria que es liderada por hombres.
Daniela Soto y Karime López fueron galardonadas con dos reconocimientos diferentes. Por un lado, Daniela recibió el premio a la mejor chef del mundo dentro de los World’s 50 Best, siendo la persona más joven dentro de estos premios.
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Karime López fue merecedora de una Estrella Michelín, convirtiéndose en la primera mexicana y la única mujer que apareció en la edición del 2019.
Poco a poco el techo de cristal que se ha construido desde hace muchísimos años se está quebrando.
El feminismo y la presencia de las mujeres en las cocina llegó para quedarse.
Cocinar es sinónimo de resistencia.