Así como en México tenemos el tequila y en Escocia el whisky, en Brasil existe la cachaza que es el destilado con mayor tradición de este país Latinoamericano. Es similar al ron, sin embargo, sus procesos son distintos y por lo tanto su sabor también.
La importancia cultural de esta bebida es similar a la que tienen con el fútbol, la samba y el carnaval de Brasil. Se hizo famosa primero entre los esclavos y campesinos en la época de la colonia pero ahora ya es un gusto que no distingue clases.
La caña de azúcar es la materia prima que por supuesto es un alimento que se da en tierras brasileñas con suelos fértiles y climas adecuados.
La elaboración de la cachaza surgió de aprovechar la espuma que se forma al hervir la caña cuando está en proceso para hacer azúcar. A este subproducto también se le conoce como garapa y se utilizaba para alimentar al ganado.
Fermentaba rápido, así que quien la probó tuvo la idea de dársela como incentivo a los campesinos con la finalidad de aguantar las largas y pesadas jornadas de trabajo. Poco tiempo pasó para que alguien decidiera destilarla y crear la cachaza.
Se dice que su producción comenzó más formalmente en el siglo XVI en lo que hoy es el estado de Sao Paulo, antes conocido como Capitanía de Sao Vicente.
No tuvo un camino fácil. Cuando los portugueses observaron que el consumo de cachaza dejaba de lado la Bagaceira -esa bebida alcohólica que traían desde el viejo continente y vendían en Brasil- la intentaron prohibir y así pasaron algunos años.
Aunque no solo lo esclavos la comenzaron a consumir sino también los dueños de las haciendas, este destilado siempre tuvo un toque de rebeldía.
Ya entrado el siglo XX quedó un poco en el olvido por el crecimiento de la industria del café hasta que a mediados de siglo, un grupo de intelectuales lograron que se posicionara como una bebida de tradición.
A diferencia del ron que se prepara con la melaza, en la cachaza se deja fermentar, dándole al destilado notas herbales. Otra diferencia es que la caña se debe usar fresca, es decir, una vez cortada no pueden pasar más de 24 horas para comenzar a extraer el jugo.
Así como hay producciones de mezcal artesanales e industriales, con la cachaza sucede algo similar. Las pequeñas producciones suceden en destilerías caseras y con alambiques de cobre.
El jugo de caña se fermenta de uno a tres días y para lograrlo se le añade harina de maíz; el tiempo dependerá de la temperatura ambiente que haya. Una vez terminado este proceso, la destilación en los tubos de cobre se hace a 90°C constantes y se hace dos veces. Después de la segunda, la bebida está lista para embotellar.
Hay diferentes estilos de cachaza. El envejecido, por ejemplo, se ha dejado en barricas de madera para concentrar sus sabores. De acuerdo con la legislación brasileña, para que pueda ser llamado de esta forma se debe reposar al menos un año.
Su graduación alcohólica varía de los 40 a los 48%.
Actualmente, el consumo promedio en Brasil es de alrededor de 8 litros per cápita al año, una cifra bastante alta.
El coctel más conocido de la cachaza es la caipirinha o caipiriña. En México, a pesar de que no es muy común ver este destilado se puede encontrar en tiendas de conveniencia. Su precio depende de la marca pero oscila entre los 400 y 500 pesos.
Ya que conseguiste una botella aquí te dejamos la receta para que prepares unas buenas caipiriñas.
Procedimiento