Admitámoslo, hornear pasteles no es algo que sale bien a la primera. Pero es una habilidad culinaria que es necesaria para ocasiones importantes y siempre vale la pena tener una buena receta.
Si eres novato en el territorio del horno, es muy probable que cometas algunos errores que queremos ayudarte a evitar. No son cosas de alto grado de dificultad sino mañas que irás aprendiendo con el tiempo.
¿Ya estás listo para estrenarte en el arte de la repostería? Mira esta receta de pastel de zanahoria o mejor aún, la de chocolate doble.
Quizás estás pensando que hornear pasteles puede ser algo sencillo porque, “total, todo mundo lo hace”. Error. Lo más importante que debes saber antes de cualquier cosa es que cada horno funciona distinto, así que te llevará un par de usos conocer el tuyo.
Los pasteles no se esponjan por arte de magia. La gran mayoría utilizan bicarbonato, polvo de hornear, levadura o cremor tártaro para cumplir esta misión aunque también es común recurrir a la clara de huevo para lograr migajas con volumen y bonita textura. Todo depende de la receta y el tipo de pastel.
Con base en la experiencia, queremos ahorrarte algunos desencantos a la hora de hornear pasteles. Checa los errores que debes evitar sí o sí.
Toda la cocina dulce es bastante celosa en sus procedimientos y medidas. Si tu receta está en gramos te recomendamos hacerle caso (y de paso invertir en una báscula) para que salga a la perfección.
También pon atención al orden en el que tienes que integrarlos. Recuerda que alguien ya formuló esa receta y estableció los procedimientos por una razón. En la repostería ningún paso es consecuencia de la casualidad.
Seguramente te provoca toda la flojera del mundo y parece un paso innecesario. Sin embargo, los grumos de harina son reales y bastante asquerosos en un pastel ya horneado.
Te recomendamos también cernir todos los ingredientes secos refinados. Un gran tip es mezclar el polvo de hornear en este paso para que tu pastel crezca de forma pareja.
Si la receta pide harina refinada, no uses integral. Si es azúcar glass, de ninguna manera utilices estándar. Recuerda, la receta se formuló de esa manera por un motivo en específico que influye directamente en el resultado.
También te recomendamos no utilizar sustitutos de nada. Es decir, si pide un huevo no agregues polvo de huevo. Si andas cuidando tu consumo de carbohidratos busca recetas con stevia u otros edulcorantes pero jamás creas que pueden ir como el azúcar regular.
No hay peor frustración en el mundo que ver cómo tu pastel va creciendo en el horno, queda perfecto y a la hora de desmoldarlo… se rompe. Esta tragedia es absolutamente evitable y en las primeras veces te recomendamos que seas el doble de precavido.
Las abuelas utilizaban el viejo truco de engrasar con mantequilla y luego cubrir con harina, pan molido o azúcar. ¡No eches esta lección en saco roto!
Para protegerte el doble cubre eso con papel encerado por toda la superficie y mételo al congelador mientra preparas la masa y te aseguramos éxito rotundo.
Si no confías del todo en lo anterior, puedes conseguir desmoldante en tiendas especializadas.
Sabemos que mueres de curiosidad por saber cómo quedará tu pastel, nos ha pasado. Sin embargo, te recomendamos no abrir la puerta del horno por lo menos en los primeros 45 minutos.
El motivo es que la química de los polvos para hornear o la clara del huevo están haciendo lo suyo para darte la textura que buscas y el choque de calor corta la reacción.
Si tu receta dice que necesita una hora para hornearse, comienza a checar si está listo de cinco a diez minutos antes abriendo lo menos posible.
Otro truco infalible al hornear pasteles es introducir un palillo en el centro para saber si ya está cocido. El punto exacto será cuando salga seco y desprenda pocas migajas, ellas son el mejor presagio de un pan húmedo y en el punto.
Si lo dejas más tiempo te arriesgas a que se seque o que se haga feo demasiado rápido. Tampoco subas la temperatura si te comienza a entrar la prisa: lo único que logras con esto son orillas quemadas y centros crudos.
Son increíbles esos pasteles que tienen crema, betún, chocolate o mermelada en su interior pero no abuses de este recurso.
Si lo que quieres es un pastel alto -de esos que incluso son varios panes en uno- te recomendamos clavar palillos que soporten el peso de todo lo que vas a poner encima.
Recuerda: el volumen de los pasteles consta de aire y con más peso del que pueden soportar, se aplasta todo.
¡Bravo! ¡Lograste un pastel bien horneado y seguro con un gran sabor! Déjalo enfriar completamente dentro del molde y después toca sacarlo, rellenarlo y decorar.
La mayoría de los betunes y coberturas están hechos con un elemento graso que le da untuosidad, por lo que si lo decoras aún caliente, la grasa se derretirá y no se quedará en su lugar.
Lo mejor que puedes hacer es que ambas cosas -el pastel y el betún- estén a temperatura ambiente para el mejor resultado.