Seguramente lo has probado en el infalible martini o quizás como un aperitivo a la hora de la botana. Si hay algo que sabemos del vermouth es que es un licor sumamente versátil y que gracias a eso merece un lugar en tu bar.
No es un vino pero tampoco es un destilado. ¿Entonces? Se trata de una infusión de fermentado de uva con distintos botánicos que se combinan para hacer una bebida única.
Es muy común tomarlo como aperitivo en países como Italia y España; llegar a comer a un restaurante y maridarlo con unas buenas aceitunas es una costumbre muy arraigada de la zona del Mediterráneo.
El ajenjo es una de las almas del vermouth. Aunque existen recetas que cuentan más de 30 botánicos en sus ingredientes, esta planta le da el aroma característico y mucha personalidad.
Cáscara de naranja, vino y hojas de manzanilla también conforman la base que se infusiona para hacer esta delicia.
Se pueden encontrar diferentes tipos de vermouth acorde a su color y sabores: rojo, blanco, seco y rosado.
El rojo es el más popular para tomarse solito con una rodaja de naranja. Es más dulce que los demás y su base es vino tinto.
Cuando veas un vermouth blanco sabrás que las notas cítricas son una parte importante. También se perciben aromas a vainilla y puede tomarse solo o en coctel.
Agitado, no revuelto. Si eres fan de James Bond, seguro habrás escuchado esta frase en numerosas ocasiones.
El Martini Seco es una de las bebidas más populares del mundo y su receta incluye el vermouth seco que, según el detective más famoso del Reino Unido, debe ir mezclado en una coctelera en lugar de con una cuchara para sacar las notas amargas mejor.
Se trata de una bebida que se produce con más botánicos amargos y menos azúcar que el resto.
Así como en los vinos, también existe una variedad rosada en vermouth. Es una combinación perfecta entre dulce y ácido, haciendo una bebida muy fresca ideal para preparar cocteles veraniegos o tomarse solo.