¿Te imaginas que en cada bar al que entraras en México te dieran comida para acompañar tus tragos? Así sucede con las tapas españolas en Europa, una tradición deliciosa para abrir boca y botanear a gusto.
No se trata de otra cosa sino de porciones pequeñas de comida que acompañan una bebida. ¿Sabes qué es lo mejor del caso? En la mayoría de las ciudades y pueblos españoles, las tapas son una cortesía cuando pides una cerveza o copa de vino.
Y sí, son algo tan ambiguo como suena; hoy en día pueden ser cualquier cosa: jamón ibérico, tortilla española, pimientos del piquillo, incluso carnes. Pero las tapas españolas tienen su historia y un por qué en las mesas gachupinas.
Existe una leyenda de que las tapas se inventaron en la Edad Media, cuando un rey de Castilla llamado Alfonso X ordenó que todas las bebidas con alcohol se sirvieran con algo de comida para que la gente se emborrachara menos.
Sin embargo, la historia más popular es mucho más reciente, cuando Alfonso XIII -quién reinó España antes de la Guerra Civil, por ahí de los años 30- visitó un bar en Cádiz y se le sirvió una copa de Jerez con una ‘tapa’ de jamón serrano para que no entraran moscas ni arena a su trago.
Así es, entonces, la tapa más antigua se trata del mismísimo jamón ibérico pero no sólo se limita a eso.
Buena parte de España tiene la excelente costumbre de incluirlas en el precio de las bebidas, aunque depende bastante de la ciudad en la que te encuentres.
Ir ‘de tapas’ es una de las costumbres más arraigadas de los españoles. Consiste en pasar de bar en bar en una sola noche probando y bebiendo distintas cosas. Hay movimiento, novedad y mucha, mucha comida.
Las tapas españolas pueden ser algo tan básico como embutidos -evocando a la historia del rey Alfonso XIII- o tan elaborado como preparaciones tradicionales como la paella valenciana en porciones pequeñas.
Son un universo en miniatura que nos acerca a la cocina tradicional de este país.
Las variedades de tapas son tan abundantes como los cocineros que las preparan, sin embargo, hay algunas que sobresalen por populares y se preparan en toda España. Por las mañanas y hasta el cierre de todos los bares, una básica es la tortilla de patatas, ideal para acompañar una cervecita bien fría.
En Madrid será muy común encontrar calamares a la romana (esos que están rebozados y se acompañan con mayonesa o salsa tártara); papas en dados fritas y acompañadas con salsa de pimiento a las que llaman patatas bravas; croquetas de jamón o de bacalao y montaditos con boquerones.
Más al sur, en Andalucía les gusta lo frito: pescaditos, papas, más calamares y otros mariscos. También aprovechan que tienen buenos olivos y sirven deliciosas aceitunas; sopas frías como el gazpacho pueden bien ser una tapa.
En el norte también tienen sus tapas tradicionales. Los ‘de cajón son los pimientos del piquillo rellenos de bacalao aunque también hay algunas delicias como champiñones al ajillo -específicamente en La Rioja- y el chorizo a la sidra en Asturias.
En las costas del Mediterráneo, a la altura de Valencia y Cataluña, las tapas son más versátiles todavía. Desde porciones pequeñas de arroz, pescado en conserva, embutidos como el fuet y la estrella: el pan tomate.
Hay lugares en donde a las tapas españolas se les llama pincho -o pintxo, en euskera-. Muchos pensarán que es lo mismo pero hay varias diferencias: