La chef Gabriela Cámara es una mujer echada para adelante. Tiene una seguridad que solo un camino sinuoso pudo haber forjado, está consciente del privilegio que tiene y tuvo desde que abrió Contramar hace 21 años.

Pocas personas en el mundo se pueden jactar de tener un restaurante funcionando durante más de dos décadas. Contramar ya no es el que fue en un inicio, ahora ya es un referente de la comida de mar en la Ciudad de México y en el país.

Contramar, Cala y Onda

Contramar abrió en 1998 y Cámara quería recrear no solo un paisaje del Pacífico mexicano sino también un día, una comida de mar y la paz que eso trae. Así inició todo.

Una de las claves de Gabriela ha sido arriesgarse, ella misma lo menciona: “lo bueno viene por tomar riesgos y decisiones que no parecen un éxito asegurado en términos de negocios”.

Y sí, así sucedió cuando en Cala, su restaurante en San Francisco, decidió ampliar el tipo de currícula que recibía y de esta manera contratar a ex convictos que querían reinsertarse en la sociedad.

San Francisco no es un lugar barato para vivir, la gente aquí cuida sus trabajos y si bien tienen que invertir más tiempo en capacitación por la falta de experiencia ya en el ambiente laboral todos se mezclan sin distinción.

“Los restaurantes son lugares difíciles y rudos”, dice Gabriela y cuidar a los comensales es igual de importante que cuidar al equipo que los sirve. “Para servir a otro tienen que cuidarte a ti”, cuando vienes de un lugar como la cárcel en donde nadie cuida de nadie no se comienza desde cero, se comienza desde menos 10.

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Gabriela tiene una de las frases más demoledoras del documental: “Por un lado tenemos una cultura que desprecia profundamente a los mexicanos y al mismo tiempo la comida mexicana es integralísima en la dieta de los estadounidenses”.

Cala ha tenido un recibimiento único desde que abrió en 2015, California tomó partido en pro de la cultura latina.

En realidad a ella no le ha ido nada mal, ser mujer mexicana que hace comida en honor a su país le ha abierto las alas aún más. Es el momento perfecto para que esto se empiece a reconocer en todo el mundo.

Sin duda, la cultura gastronómica mexicana está pasando por uno de sus mejores momentos y Gabriela Cámara como empresaria lo sabe. Antes de que termine octubre abrirá Onda, un restaurante en Los Ángeles en el que experimentará la supervisión a distancia.

El equipo es la clave

Delegar es una parte fundamental para el desarrollo exitoso de un negocio, confiar en los demás y empoderar hace fuerte a un equipo.

A inicios del 2019, Gabriela fue presentada por el presidente como una de las representantes de la cultura mexicana, por supuesto ella en la parte gastronómica.

En este mismo año, Gabriela regresó al país para asentarse de forma indefinida para incorporarse como activista política; aunque las cosas no salieron como estaban planeadas, hizo crecer el equipo con Mariana Villegas como directora culinaria de Contramar.

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Mariana es joven pero experimentada, fue la jefa de cocina en Cosme, es regia y vivió algunos años en el extranjero; ahora llegó a la Ciudad de México para cumplir con su nueva encomienda.

Empoderarla de mujer a mujer es una tarea que hace Gabriela, quien tiene una voluntad general para que la gente proponga, cree, genere y avance. Ella está consciente de que sus logros no hubiesen sido posibles sin un buen equipo que la respalde y que camine a su mismo ritmo.

Yo nunca me imaginé que Contramar iba a ser lo que es ahora. ¡Qué padre ser ejemplo y ser inspiración!

Gabriela Cámara en Victoria 147.

El CPTM se disolvió y el salto de Cámara a la política no llegó pero ella y Mariana siguen trabajando juntas y tienen la disposición de seguir innovando, cuidando siempre los ejes vertebrales de Grupo Contramar como la sustentabilidad, el sabor y la propia esencia.

Uno de los objetivos que tiene Gabriela es lograr un cambio en la gastronomía mexicana.

“Desde el Tratado de Libre Comercio la manera en que comemos en México ha cambiado para mal, ahora hay maíces transgénicos y comida chatarra”, finaliza Cámara, con los claros destellos de quien tiene ganas de cambiar, desde su trinchera, las áreas de oportunidad del país.