Para quienes aman todos los productos lácteos como la leche, quesos, crema y yogurt es una verdadera pérdida dejarlos cuando existe intolerancia a la lactosa. A veces esto se desarrolla con el avance de la edad pero no te aflijas, por fortuna no tienes que eliminarlos completamente de tu vida.
La lactosa es un tipo de azúcar -o carbohidrato- natural presente en la leche.
Este nutriente está formada por dos azúcares simples principalmente: glucosa y galactosa. La primera es posible conseguirla e introducirla al cuerpo de diferentes fuentes pero la segunda solo es posible mediante la lactosa.
Si te dieron leche materna cuando eras bebé entonces debes saber que todo el tiempo estuviste ingiriendo lactosa. La leche materna tiene 7.2% mientras que la leche de vaca solo 4.7%.
Las personas intolerantes tienen dificultades para digerir la lactosa; esto sucede porque el intestino delgado no produce las enzimas necesarias para hacerlo.
A pesar de tratarse de una afección poco grave, sus signos suelen demasiado incómodos. Van desde hinchazón después de consumir productos lácteos, cólicos y náuseas hasta gases, vómitos y diarrea.
Por la cantidad de azúcares que contienen algunos quesos, es posible comerlos aún cuando se es intolerante a la lactosa. Entre más fresco sea un queso, más carbohidratos de este tipo tendrá.
Es decir, mejor evita variedades como el cottage, ricotta y feta. También ten en cuenta que cuando están demasiado procesados se les añaden grasas, almidones y otros azúcares entonces tampoco se recomiendan.
Revisa bien la etiqueta para que no tengas un inconveniente después de consumir lo que crees inofensivo.
Los siguientes quesos los puedes consumir con libertad ya que por su proceso y elaboración no tienen casi nada de azúcar.
Es un queso de origen francés que cuenta con denominación de origen; es maduro y con una corteza dura enmohecida. Tiene un 45% de grasa, se utiliza leche cruda de vaca para su elaboración y se puede derretir.
Se elabora principalmente en Francia con leche de vaca cruda. Tiene una capa suave y comestible formada por moho; su sabor se concentra conforme a su madurez.
Este queso es más bien untable o como aperitivo, no se derrite fácilmente, es un excelente acompañante para el vino.
Es el queso parmesano pero con su nombre completo que le da la denominación de origen protegida. Seguramente lo conoces, es bastante utilizado para la pasta.
Es un tipo de queso azul con un sabor fuerte y hasta picante cuando se envejece. Se dice que su origen se creó como una alternativa de conservación.
Este es un queso de leche de vaca que se elabora de manera normal -con cuajo y maduración- pero su diferencia es que se ahuma para tener sus notas características. Es delicioso en pizza o solito gratinado con jitomate y orégano al estilo argentino.
Es un queso con una de las denominaciones de origen más antiguas, data del año 1952. Se hace con leche de vaca y es muy parecido al gruyere.
Es un queso británico muy imitado en todo el mundo, lamentablemente hay algunos de baja calidad a los que les añaden bastantes ingredientes extras.
El queso de Somerset, un condado en Gran Bretaña son los fabricantes del mejor cheddar del mundo.
Es un queso originario de Países Bajos que tiene en la actualidad bastantes imitaciones. Se fabrica con leche de vaca ya pasteurizada.
La leche de cabra tiene menos lactosa que la de vaca por lo que de entrada ya tendrá menos azúcar. Te recomendamos ver la etiqueta antes de consumir para asegurarte que no tiene ingredientes añadidos.
Es un queso muy común en Suiza y tiene denominación de origen. Puedes encontrar cuatro tipos que son: curado, semicurado, selección y suave. Este queso también se derrite.
Este queso originalmente no se hacía con leche de vaca sino de búfala por lo que su cantidad de lactosa es bastante inferior. El queso que no te hará daño es precisamente este así que checa en la etiqueta que realmente sea con denominación de origen y no una copia.