Donitas empaquetadas con vitaminas y minerales. Yoghurts con probióticos añadidos. Leche que puede durar siglos en el refrigerador sin echarse a perder. ¿Te has preguntado qué tan buenos son los alimentos ultraprocesados?
Llegaste a la oficina y no has desayunado; vas a la máquina de comida y eliges un jugo de fruta natural y un paquete de panecitos lleno de vitaminas y minerales. ¿Qué pasaría si alguien te dijera que eso te va a quitar el hambre pero no te va a nutrir?
Platicamos con Soledad Barruti, una periodista argentina que se especializó en temas alimentarios al darse cuenta del gran problema en el que estamos metidos. Tiene dos libros donde comparte sus investigaciones, Malcomidos y Mala Leche. Este último fue editado en México y está disponible en cualquier librería.
El sistema alimentario ha cambiado tanto en los últimos años que la esperanza de vida no va en aumento sino todo lo contrario.
Esto derivado de enfermedades que están directamente relacionadas con el consumo inmoderado de azúcar que contienen los alimentos ultraprocesados.
Nuestro estilo de vida ha hecho que los alimentos ultraprocesados se adueñen de nosotros haciéndonos creer que son mejores o que nos van a hacer bien al cuerpo.
Por irónico que suene, comer y alimentarse son dos cosas completamente distintas.
Si tienes a la mano el empaque de algún monchis, galleta, jugo o postrecito que hayas comido recientemente, tómate 45 segundos para leer los ingredientes en la parte trasera de la etiqueta.
Haz el ejercicio ¿cuántos conoces? ¿Qué te suena familiar? ¿de cuántos habías escuchado hablar?
Un ultraprocesado es ese producto que utilizamos para saciarnos cuya promesa de venta es alimentarnos y aportar nutrientes. ¿El problema? Lo que en realidad hacen es quitarnos el hambre sin una certeza de que los nutrientes añadidos verdaderamente le sirvan a tu cuerpo.
Este tipo de productos tiene otro tema: casi nada de lo que los conforma es de origen natural y si sí, tienen un procesamiento que los desintegra de tal forma que no somos capaces de asimilarlos de la misma manera.
A muchos ultraprocesados les añaden vitaminas, minerales y nutrientes extra con la promesa de ser buenos. No hay un estudio ni organización con conocimiento certero de si funcionan o no a la hora de diseñar un producto.
Entonces, los poseedores de la verdad -por lo menos a los ojos de los consumidores- son las industrias que producen este tipo de alimentos y a los que les conviene que no te enteres.
Otra característica de los ultraprocesados es lo delicioso que se ven en el empaque, lo apetitoso que huelen y los sabores tan intensos.
Todo esto es producto de químicos y aditivos sintéticos que te hacen creer, por ejemplo, que estás comiendo mermelada de fresa donde el ingrediente menos representativo es irónicamente, la fresa.
La sociedad de consumo ha puesto estereotipos en todos los alimentos. La leche natural no tiene nada que ver con lo que ves en los comerciales. No es el líquido blanco y homogéneo sino más bien una suspensión amarillenta que se echa a perder a los dos días que salió de la vaca.
Soledad desarrolló una investigación larga y exhaustiva de los productos y su procesamiento desde la fuente hasta el estante del supermercado.
Las conclusiones son que la publicidad nos hace creer que la elección de lo adicionado con nutrientes nos hará más fuertes, mejor nutridos y que incluso nuestros hijos tendrán mejores características que nosotros.
Que una madre crea que si su hijo come un postrecito hecho a base de yoghurt está bien alimentado es la mejor prueba de que estamos condicionados por la mercadotecnia.
La mejor versión de nosotros es como consumidores.
Soledad Barruti
La industria alimentaria trabaja con base en generar más utilidades independientemente de la calidad de los ingredientes. De ahí nació la necesidad de conseguir cosas más baratas y satanizar lo natural.
La mercadotecnia también ha jugado con nuestras mentes. Nos hacen pensar que el tiempo para cocinar no es suficiente o que la naturaleza se queda corta con los nutrientes que ofrece cada ingrediente.
Existe un enemigo silencioso presente en todos los ultraprocesados: el azúcar. Este nutriente tiene la peculiaridad de dar sensación de saciedad y además atender a nuestro instinto más primitivo.
Uno de los problemas actuales del azúcar es que estos instintos primitivos antes realizaban esfuerzos físicos que compensaban su consumo.
Hoy basta con abrir un cartón de jugo de 250 mililitros para consumir más de dieciseis cucharadas de azúcar. Un poquito excesivo ¿no?
En su investigación, Soledad descubrió que un niño de cuatro años comiendo alimentos ultraprocesados había consumido la misma cantidad de azúcar que su abuelo de ochenta.
Las azúcares en usos excesivos hacen que a los niños les guste lo que comen y así las madres se sientan cómodas de alimentarlos así.
Soledad Barruti
Soledad Barruti comenzó la investigación acerca de la industria alimentaria donde estamos todos: en casa.
Con el nacimiento de su primer hijo y el reto de darle una correcta nutrición, fue adentrándose en un mundo lleno de información que le trajo muchas conclusiones, respuestas y temas de estudio.
Con el conocimiento de 16 años de investigaciones realizadas, nos propone 10 tips para nutrirnos más allá de saciarnos; de alimentarnos bien además de sólo comer.