Constantemente estamos en búsqueda de productos que beneficien más a nuestra salud que los que consumimos regularmente. El aceite de semillas de calabaza llegó con muchos beneficios y además, un increíble sabor para aderezar nuestra comida.
Aguacate, chía, cacahuate, ajonjolí… estamos viviendo la era de los aceites vegetales. Cada uno con su sabor y características especiales.
Usar semilla de calabaza suena a una idea muy asertiva para dar sabor y al mismo tiempo favorecer en muchas cosas nuestra salud.
Las semillas de calabaza tienen cientos de usos en la cocina. Tostados con sal como una deliciosa botana para la hora de la cerveza; molida con chiles para hacer el pipián; triturada también pero con azúcar y hacer jamoncillos. No es una novedad que es un gran ingrediente.
¿Pero qué hay de convertirlo en aceite? En Austria comenzaron a experimentar con una variedad de calabaza llamada Estiria prensando en frío las pepitas y los resultados fueron impresionantes.
Para hacer este aceite se utilizan sólamente las semillas de calabaza de Estiria. Esta variedad la puedes reconocer por tener tonos blancos y verdes en la corteza y un interior naranja brillante.
Las semillas son más oscuras y redondas que las pepitas que se utilizan en las cocinas de Latinoamérica. Hacer aceite de ellas, igual que de cualquier otra fuente vegetal, necesita mucha precisión y esfuerzo.
Primero que nada se deben tostar a baja temperatura con el fin de que los aceites salgan de forma más fácil.
Después de esto se muelen hasta que queda un polvo que debe ser prensado en frío. La mayoría de los aceites se fabrican con calor para hacer más fácil la extracción; sin embargo, en el caso de las semillas de calabaza, el calentarlas dará notas amargas nada agradables.
El aceite de semilla de calabaza se utiliza en la industria cosmética como una alternativa a aditivos sintéticos que no son biodegradables.
Se relaciona directamente con los tratamientos de la próstata: fomentan su correcto funcionamiento y previenen crecimientos anómalos.
En mujeres reduce los cólicos menstruales al mitigar la inflamación del útero. También es un gran antioxidante al contener flavonoides.
Por venir de las calabazas, estas semillas son altas en carotenos, los cuales aportan Vitamina A al cuerpo. Hablando de vitaminas, también contiene E -muy buena para tratamientos cutáneos– y algunos aminoácidos del complejo B.
Es un aceite muy alto en ácidos grasos como el oléico, omega 3 y 9, que son mejores para el cuerpo que los extraídos de animales.
Agregar aceite de semillas de calabaza dará unas notas a nuez a aderezos, vinagretas y ensaladas.
No se recomienda utilizarlo para cocinar o freír, ya que su punto de humo es muy bajo. Esto quiere decir que se quema más rápido que los aceites vegetales tradicionales y libera toxinas que no son buenas para el cuerpo.
El sabor de este aceite es tan especial que muchas personas lo agregan a sus ensaladas sin necesidad de mezclarlo con vinagre. En otros casos, la mejor combinación es con el proveniente de sidra.
Un aceite de semilla de calabaza será de color verde muy intenso y quedará muy bien en postres con lácteos como cremas y helados.
En la cocina Austrohúngara es muy común encontrarlo en casi todos los platillos. Este aceite tiene denominación de origen protegida y su uso más común es en una rosca sabor vainilla y chocolate llamada Gugelhupf.