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¡Feliz año nuevo judío!

Por Animal Gourmet

Esta noche inicia el año 5774 en el calendario hebreo, es Rosh Hashaná, el año nuevo judío. Nos reunimos a cenar en familia y nos deseamos shaná tová umetuká: “un año bueno y dulce”, en hebreo.

Ya todos reunidos en la mesa, antes de servir la cena se hacen varias oraciones (brajot) con alimentos simbólicos (simanim) ya dispuestos para los comensales. Con ellos pedimos a Dios que sea un buen año.

Se regalan manzanas, miel, golosinas, galletas y pasteles a familiares y amigos

Como cada viernes en la noche, y como en todas las celebraciones judías, se bendicen el vino y el pan pero en Rosh Hashaná la jalá (el pan trenzado de los viernes) es redonda y se espolvorea con azúcar en vez de sal. En esta fiesta de reflexión y buenos propósitos se comen alimentos redondos y dulces. Se regalan manzanas, miel, golosinas, galletas y pasteles a familiares y amigos. Sobre esta festividad, el sabio Nejemías dijo: “Id, comed golosinas y bebed bebidas dulces”.

Las velas las ha encendido el ama de casa antes de que anochezca, como en cada shabbat, como en cada fiesta.

Cada quien toma un trozo de manzana y lo unta con miel para que el ciclo que inicia sea redondo (completo) y dulce, y se reza: “Que nos renueves un año bueno como la manzana y dulce como la miel, desde el inicio hasta el final”.

Con las granadas se augura que haya tantas buenas acciones como sus incontables semillas. // Foto: Especial

Con las granadas se augura que haya tantas buenas acciones como sus incontables semillas. // Foto: Especial

Se come granada roja para que haya tantas buenas acciones (mitzvot), bondad y méritos como las incontables semillas de la granada. Curiosamente, Rosh Hashaná (el año nuevo judío) siempre cae en temporada de granada, al menos en México, y de chiles en nogada. Aunque el calendario hebreo es lunar y no coinciden las celebraciones con una fecha exacta del calendario cristiano, siempre es Rosh Hashaná entre septiembre y octubre (como Jueves y Viernes Santo que no caen en una fecha exacta).

Los judíos ashkenazim (provenientes del este de Europa) comen unas zanahorias dulces que se guisan con azúcar, llamadas tzimes, para reiterar lo de la dulzura del año que inicia y también para agradecer a Dios por los frutos de la tierra. Asimismo, los judíos sefaradim (provenientes del Medio Oriente) hacen una oración con calabazas o chilacayote que también crecen directamente en la tierra y recitan una oración más o menos así: “Que perdones nuestros pecados y te acuerdes de nuestros méritos. Bendito seas tú que creas los frutos de la tierra.”

Los sefaradim suelen comer dátil, cuyo nombre en hebreo coincide con la palabra desparecer y se reza porque “desaparezcan nuestros pecados y la maldad y que haya paz”. Por motivos lingüísticos, también, comen torta de huevo con acelga para que se “corten” los enemigos, porque acelga y cortar son homófonas en hebreo, así como un cachito de torta de huevo con poro para cortar también rivales, enemigos y odios hacia nosotros. Tanto poro como acelga tienen su símil con verbos en hebreo que apelan a la acción de cortar.

Ojo, todos estos bocaditos de simanim (platillos y alimentos simbólicos) son previos a la cena: la manzana con miel, la granada, el dátil, las zanahorias o el chilacayote, las tortas, el vino y el pan con azúcar.

Estos bocaditos de simanim (platillos y alimentos simbólicos) son previos a la cena

En la mesa sefaradí se sirve también una cabeza de pescado, cordero o cualquier otro animal, que apesta, pocos se atreven a servir y casi nadie a probar: “para ser cabeza y no cola; estar arriba y no abajo” durante este año.

Finalmente, se sirve una cena abundante y especial, lujosa, sabrosa, con el propósito de que la gente quede plenamente satisfecha. La comida es señal de fiesta, abundancia, bienestar y celebración. Para que también todas estas bendiciones estén presentes durante el año.

Existe una oración de gratitud a Dios porque comimos y por habernos satisfecho que se debe recitar después de comer, idealmente. Aunque pocos lo hacen, se supone que se dice al término de cada comida, se trate o no de una festividad.

Los ashkenazim comen también un pastel de miel cuyo nombre en yidish es hónik lékaj, es dulce y condimentado. Se parece al pan de jengibre o de calabaza, o un poco al panqué de zanahoria, esos pasteles de sabor dulce y condimentado, que en el caso del pastel de miel se consigue por la miel, el café, el clavo y la canela.

De éste último les comparto la receta de mi mamá que es, obvio, la mejor. Cada año me froto las manos y salivo cuando llega el momento de que lo prepare.

Hónik Lékaj (panqué de miel en yidish)

Ingredientes

  • 4 tazas de harina
  • 2 cucharaditas de bicarbonato
  • 2 cucharaditas de canela
  • 1 cucharadita de clavo
  • 1 ¼ tazas de jugo de naranja natural
  • 1 ½ tazas de azúcar
  • 5 huevos
  • 1 ¼ tazas de miel
  • 1 taza de agua caliente con dos cucharadas de Nescafé disueltas, o bien, una taza de café de la cafetera bien cargado
  • Poquito más de ½ taza de aceite
  • 1 ½ tazas de nueces picadas
  • Pasitas (opcional). Su servidora recomienda abstenerse.

Preparación

Cernir la harina y agregarle el bicarbonato, canela y clavo. Batir los huevos agregando gradualmente el azúcar hasta espesar y que quede de color claro. Añadir el aceite, la miel, el café, dos tazas de harina y, gradualmente, el jugo de naranja y el resto de la harina y la nuez. A las nueces y pasas se les pone tantita harina para que no se vayan hasta abajo del pastel.

Engrasar con aceite un molde grande y forrarlo con papel aluminio. Verter la mezcla en el molde (o bien, pueden usarse dos moldes de 9 pulgadas cada uno).

Hornear a 180°C durante hora y media, para el molde grande, o 50 minutos para los dos chicos.

Ahora sí: ¡Shaná tová umetuká! ¡Feliz 5774!