¿Qué puedes esperar, sino verdadero sabor a islas griegas, de ingredientes que vuelan a los restaurantes todas las noches del Mediterráneo a América? El chef se llama Costas Spiliadis y su historia nos gusta. Llegó a Nueva York en 1969 de su natal Grecia y siempre le gustó cocinar, principalmente como herencia de su madre, famosa cocinera griega entre amigos y familia.
En 1979 abrió “Filoxenia” en Montreal, un lugar donde artistas, compositores, intelectuales y gente interesante llegaba a leer poesía, exhibir su obra plástica o escuchar buena música.
Meses después, y gracias al éxito obtenido, se abre el primer “Milos” en el piso de arriba del mismo local y muy pronto se convirtió en uno de los restaurantes más importantes de la ciudad. El cocinero manejaba dos veces a la semana al famoso mercado de pescados en Nueva York para comprar los mejores y más frescos productos.
En 1997 abre “Milos Manhattan” y para ello contrata a ocho pescadores griegos para que, cada día, viajen de noche de Nueva York a Grecia, consigan los mejores y más frescos pescados y vuelen de regreso con los productos que se servirán en el restaurante a la hora de la cena.
Como en un mercado mediterráneo, donde se ofrecen mariscos y pescados sobre hielo, todo está a la vista en Milos. Ordenas una ensalada de jitomate, aceitunas y queso feta, gloriosa. Después un loup de mer de la isla de Kephalonia, a la parrilla, de cocción perfecta con un poco de alcaparras. De postre, ese mágico yogurt griego con mucha miel y un espresso.
Hoy, 15 años después, imaginamos que tiene más de ocho personas haciendo la chamba para los cinco restaurantes Milos que ya hay en Las Vegas, Miami, Nueva York, Montreal y Atenas.