Las leyendas son ciertas. En algún momento de la vida vives con tus mejores amigos. Suele ser a finales de los veintes y principios de los treintas. Durante ese tiempo puedes odiar tu trabajo, te pueden romper el corazón y puedes hacer fiestas y aguantar hasta pasadas las dos de la mañana.
También es muy factible que durante esos años te pase por la cabeza poner un negocio con tu mejor amigo -un bar, un café o una agencia de publicidad- y todas las ideas pueden sonar perfectas. Pero no, esta no es una historia de emprendimiento, más bien es la historia de cómo Isis y yo quisimos vender pan de plátano para tener dinero y poder viajar a Nueva York. Aquí está la receta.
Para que el pan de plátano quede delicioso, primero debes tener una buena razón para hornearlo. Durante 4 años, Isis y yo vivimos juntos en la calle Juan Rulfo número 427 en la ciudad de Colima. Para 2013 teníamos 23, casi 24 años. Yo ganaba alrededor de 5,000 pesos mensuales, ella un poco menos. Vivíamos en esa etapa donde no sabes si eres un jovencito o un adulto. Nuestros días se iban en trabajar por poco sueldo, crear vínculos sentimentales con personas que no nos querían y, al final de la jornada, acostarnos en alguna cama para platicar y tomarnos unas cervezas.
A Isis siempre le ha gustado la cocina y en una de esas conversaciones dijo que haría un pan de plátano con la receta de una tía. Fue todo un acontecimiento cuando lo hizo por primera vez.
La lógica me dice que al leer esta nota no harás inmediatamente el pan plátano. La vas a registrar en tu memoria para cocinarlo en alguna otra ocasión: mientras te estés tomando una cerveza con los amigos, cuando platiques sobre lo complicado que es la vida o cuando tengas una decepción amorosa. Hazlo entonces.
Felicidades. Seguramente tu primer pan de plátano quedó bien, con un 8 de calificación. Pero qué tal el segundo, ¿fue de 8.5? Para esta esta etapa ya dominas la receta. Tus comensales, amigos y familiares te han subido tanto el “ego panístico” que seguro ya te sugirieron venderlo.
A Isis y a mí nos pasó. En 2015 surgió la posibilidad de viajar a Nueva York, por eso decidimos comenzar nuestro negocio de pan de plátano. Esta historia es como la de esas personas que ahorran en una pequeña alcancía para viajar a París, es decir, no teníamos idea de cuánto tendríamos que trabajar -hornear- para poder costear un viaje a una de las ciudades más caras del mundo. Seguro teníamos que hacer cientos de panes para lograr nuestro objetivo. Obvio no lo logramos.
No recuerdo exactamente cuántos cocinamos, pero fueron muchos. Isis cocinaba y yo los repartía. A veces al revés. Obtuvimos alrededor de 2,000 pesos de ese negocio exprés. Nos ajustó para comprar las comidas en el aeropuerto, las tarjetas del metro en NY y una que otra gusguerilla. Valió la pena.
Para que esta receta funcione debes tener un objetivo a corto plazo: comprar los boletos para un concierto, hacer un regalo especial o ayudar a pagar la renta. Todo es válido. Cocina en tus ratos libres y vende a través de whatsapp.
Spoiler alert: no te harás rico y después de varias tandas puedes terminar por odiarlo.
Sí. Dos huevos, dos plátanos, una taza de azúcar, una taza de harina, una barra de mantequilla, una cucharadita de sal, una cucharadita de bicarbonato y un chorro de vainilla.
En un recipiente, mezcla la mantequilla con los plátanos y los huevos. Agrega la taza de azúcar.
En otro, pon la harina, el bicarbonato y la sal. Ahora vierte todos los ingredientes “secos” en la otra mezcla. Bate hasta que se vuelva una masa uniforme. Agrega un chorrito de vainilla y si andas creativo adorna con nueces.
Hornea a 200º grados durante 50 minutos o hasta que consideres que el pan tomó una consistencia deliciosa.
Tip extra: si usas plátanos maduros el pan quedará más dulce.
Sirve mientras te das cuenta que la vida no es tan complicada y que en ocasiones solo necesitas la receta correcta con algunos ingredientes indispensables.