En la antigüedad, la cerveza se guardaba en ánforas o sacos de piel y se debía consumir poco después de ser producida para evitar su descomposición. Fue hasta 1835 cuando se patentó la primera lata, aunque en realidad fue cien años después cuando se enlataron las primeras cervecitas.
Al principio, las latas eran más pesadas; primero se fabricaron con estaño, luego con acero y eventualmente con aluminio. Para 1969, las ventas de cerveza en lata ya habían sobrepasado a las de cerveza embotellada (al menos en Estados Unidos).
Hoy, cuando pensamos en una cerveza enlatada visualizamos una de calidad y producción industrial –escoge la marca que quieras-; por el contrario, relacionamos las cervezas artesanales con bonitas botellas oscuras con etiquetas llamativas y originales. ¿Una buena cerveza artesanal en lata? Para nada, al menos no en México.
Sin embargo, en Estados Unidos y otros países ya es una práctica común. En la Unión Americana, por ejemplo, la tendencia de hacerlo se intensificó en 2002 y actualmente ya hay más de 500 cervecerías artesanales que enlatan sus cervezas.
Alejandro Reneaum, uno de los fundadores de Cerveza Urbana de Mexicali, cuenta que ya empezarán a enlatar sus “cheves”, que hasta el momento solo están disponibles en barril.
“El enlatado es como un minibarrilito, te mantiene la cerveza más fresca, no le pega el sol, el envío es más económico, viaja mejor. El problema es que el consumidor mexicano no está acostumbrado a ver calidad en lata, solo en botella, pero eso es algo que vamos a cambiar con el tiempo”, dice Alejandro.
Las ventajas de enlatar la cerveza en lugar de embotellarla
- Las latas son impermeables a los efectos dañinos de la luz. ¿Has escuchado que una cerveza está “quemada”? Lo que hace que se “queme” es la luz, no realmente los cambios de temperatura. El lúpulo –uno de los ingredientes principales de esta bebida- es muy sensible a los rayos solares y se amarga ante su exposición. Por lo tanto, las cervezas que se exponen directamente al sol o que tienen un mal manejo de almacén pueden presentar alteraciones en su sabor. Sí, las botellas de vidrio marrón son mejores que las verdes o las transparentes, pero la luz aún puede penetrar a través de ese color.
- Las latas están herméticamente selladas, lo que evita que el oxígeno dañe la cerveza. Con el tiempo, el oxígeno puede filtrarse a la cerveza embotellada a través de la tapa, especialmente con tapas selladas inadecuadamente y las “abrefácil”. Además, muchas tapas se corroen y dejan un sabor metálico o semejante al hierro alrededor del borde de la botella.
- Las latas de cerveza ya no están hechas de estaño o acero. Las latas modernas están hechas de aluminio y tienen un revestimiento de polímero acuoso que bloquea el sabor y evita que la cerveza entre en contacto con el aluminio, por lo que no deja ningún sabor metálico. Si tomas cerveza de barril, piensa en las latas como minibarriles.
- Además, las latas son 100% reciclables, mucho más ligeras –hoy pesan 30% menos que hace 25 años-, requieren menos combustible para transportarse, no se rompen, ocupan menos espacio en el refrigerador y, otra buena noticia, ¡se enfrían más rápido!