La microbiota es una serie de microorganismos no patógenos que habitan en el intestino de los seres humanos y que cumplen roles tanto en el mantenimiento y promoción de la salud como de generar enfermedades relacionadas con la obesidad, asma, alergias y problemas auto inmunes como celiaquía, diabetes tipo 1, y artritis reumatoide; también se considera que es la causa de enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
La microbiota es un ecosistema de bacterias, levaduras, hongos, virus y protozoos que viven en los intestinos y que colectivamente pesan hasta 2 kilos. Los científicos prácticamente la tratan cada vez más como un órgano de soporte, pues desempeña muchas funciones clave en la promoción de las operaciones cotidianas del ser humano.
Naturalmente, la microbiota se adapta a su propio entorno, y si este entorno no le provee la fibra que necesita, los organismos que habitan en tus intestinos comenzarán a alimentarse de la delgada capa de mucosa que protege el revestimiento de tus intestinos provocando un intestino permeable o perforado, además de un montón de problemas de salud como distintos tipos de cáncer, enfermedades del sistema nervioso e infecciones.
Por lo tanto, es necesario consentir a estos microorganismos que habitan en tu sistema digestivo ofreciéndoles un buffet de fibra proveniente de vegetales, frutas, granos enteros y leguminosas. Estos alimentos son ricos en fibra dietética, la cual se escapa del intestino delgado pero es fermentada por distintas bacterias que quieres que permanezcan en tu colon.
Los alimentos correctamente fermentados están repletos de microbios beneficiosos que están a favor de tu salud. Cuando comes estos alimentos con regularidad pueden ayudar a mantener o mejorar tu microbiota. Lo recomendable es que consumas probióticos en forma de productos lácteos como yogurt y kefir, alimentos de soya fermentados como tempeh y miso, o vegetales fermentados como chucrut, pepinillos y kimchi.
Las dietas ricas en grasas saturadas son perjudiciales para la microbiota, por lo que es necesario optar por las fuentes vegetales de grasas monoinsaturadas como el aceite de oliva, los aguacates, las nueces y las semillas. Otra forma de reducir las grasas saturadas es incluir más comidas a base de plantas durante la semana.
Comer alimentos ricos en fibra prebiótica junto con alimentos fermentados promueve el crecimiento de bacterias que descomponen los almidones y las fibras vegetales en ácidos grasos de cadena corta. Algunos de estos ácidos pueden protegerte contra la inflamación y el cáncer, mientras que otros ayudan a absorber los minerales esenciales de los alimentos como el magnesio y el hierro.
Las personas que consume dietas basadas en plantas, como las dietas veganas, vegetarianas o mediterráneas, tienden a tener niveles más altos de ácidos grasos de cadena corta. Esto quiere decir que la cantidad de fibra fermentable importa más que la dieta misma. Debido a que no todas las fibras son iguales, cuando comes una variedad de productos vegetales, alimentas los microbios que pueden descomponer esa fibra y fomentar un ecosistema intestinal más diverso.