Ante la ley se llama Francisco Marven, aunque el nombre por el que la conocen en redes sociales es Lady Tacos de Canasta. Ella se presenta simplemente como Marven. Tiene 33 años y vive al sur de la Ciudad de México. “Soy de barrio pesado, pero mi barrio me respalda”, dice entre risas.
Su punto de venta oficial era la calle de Madero en el Centro Histórico, pero tanto a ella como a otros pequeños comerciantes la retiraron de ese corredor. Hoy esta Lady sui generis es una nómada que surca las calles de la ciudad montada en su fiel bicicleta azul. También suele entrarle a la vendimia en el bazar de Centro Médico, en la Roma Sur. La acompañé al mercado de La Merced, donde suele adquirir la materia prima para los guisos y las salsas de sus tacos.
A todo pulmón grita entre los puestos: “¡Tacos, los tacos de canasta, tacos!”, mientras la gente se ríe, le chifla y se sorprende de que tremendo vozarrón aguardientoso —mezcaloso, más bien— salga de esta mujer de trenzas tan largas como su sonrisa.
La venta aquí no es mejor: la canasta viene casi llena y después de dar varias vueltas entre los pasillos del mercado, nos instalamos en la Plaza de la Soledad, frente a la Iglesia del mismo nombre. “Esta iglesia me gusta porque en Oaxaca hay una que se llama igual, así que cada que vengo me acuerdo de mi tierra”, me dice mientras contiene un suspiro, entre chavos moneándose o dándose un toque.
VICE: ¿Diario sales a vender con este ajuar tan típico de tu tierra?
Marven: Al principio no, pero ahora sí. Le fui agarrando el gusto. Fíjate que la gente ya me identifica más con este atuendo, además de que a mí me gusta mucho. Si yo le puedo robar a la gente una sonrisa mediante mi atuendo, ¿qué mejor?
¿Cuándo y cómo fue que empezó este personaje de Lady Tacos de Canasta?
El personaje fue de una locura. El año pasado fui a vender a la Marcha Gay, me gusta ir a vender ahí porque me siento entre los míos. Eso fue en junio de 2016, pero fue en septiembre de ese mismo año que un video que me tomaron se hizo viral. Y de entonces para acá hicimos la página que ahorita ya tiene más de 33,000 seguidores. Y mira que yo no me siento famosa: la gente en redes sociales es mala, se escuda en el anonimato para lastimar. Por eso es que yo no dejo que este personaje se me suba: tal vez pasen mis cinco minutos de fama, pero hay algo que no va a pasar de moda y eso es el sabor de mis tacos. ¡Esa es una tradición que nunca se va a terminar!
¿Qué es lo que más te gusta de la comida oaxaqueña?
El mole, los chapulines y los gusanos de maguey. Tengo un recuerdo muy bonito de mi infancia, de cómo mi abuelita hacía tortillas con sal, recién saliditas del comal. ¡Y eso es riquísimo! Esos sabores me evocan muchísimos recuerdos que ojalá no se me vayan nunca: mis días de la infancia que pasé junto al comal, el fogón, la leña, el café. Y mira que antes éramos tan pobres que no tomábamos café con pan, tomábamos el café con tortillas. Mi abuela las doraba en el comal, las hacía pedacitos y nos las echaba en el café. Y ese es un sabor sin igual que me devuelve a esa vida tan bonita que llevé allá en Oaxaca.
¿Quién te enseñó este oficio, a preparar los guisos y las salsas de los tacos que te han hecho tan popular?
Mis papás. Mi papá, sobre todo. Ellos se han dedicado a la venta de tacos, no sólo de canasta. Antes vivíamos en Ecatepec, pero luego vimos que en el sur se vende más el taco y nos fuimos para allá. Te voy a ser sincero: yo les decía a mis papás: “¡Nunca voy a vender tacos de canasta!”
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