Quebec, la ciudad más afrancesada fuera de Europa, invita a recorrerla a pie y a mantener los ojos y el apetito abiertos para descubrir la propuesta gastronómica de más de 100 restaurantes que engalanan sus calles.
Esta metrópoli vive largos inviernos, por lo que la constitución de muchos de sus platos emblemáticos es rica en carbohidratos, azúcares y grasas animales. ¿Uno de los mejores ejemplos? La típica poutine, una mezcla de papas a la francesa con queso Cheddar y una salsa secreta de pecado.
La poutine es tan popular que cada febrero se lleva a cabo un festival en su honor en esta ciudad canadiense.
Por supuesto que este plato insignia tiene varias leyendas alrededor de su origen, una de ellas cuenta que un ciudadano inglés quería un plato de papas fritas, queso, vinagre y cátsup, todo mezclado en un recipiente. El quebecois no entendió lo que quería hasta que el inglés repitió varias veces la expresión “put in”. Así es, por ello el nombre: “put in” – “poutine”, como la gente local bautizó este antojo.
Se dice que la poutine surgió en el centro de la provincia de Quebec, sin embargo, hay tres ciudades que se pelean su origen.
Para conocer sitios emblemáticos culinarios en esta ciudad una excelente opción es tomar la Visites Gourmandes de Quebec, una visita guiada que ofrece Quebec City Food Tours, una asociación que te lleva a recorrer la ciudad a pie para conocer restaurantes y bares que destacan por su singularidad, los platillos que ofrecen o su importancia histórica.
Es necesario comenzar con un desayuno energizante. El tradicional está compuesto por tocino, huevos estrellados, papas y fèvesaulard, un plato tradicional que consiste principalmente en frijoles y trozos de grasa de cerdo cocinados lentamente en un plato de barro. Existen distintas variaciones, pero la más popular se hace con siropd’erable (miel de maple). El restaurante Le Table, dentro del Hôtel Pur Quebec, y Le Fun en Bouche tienen este y otros desayunos memorables.
Uno de los imperdibles en Quebec es Chez AshTon, un lugar de comida rápida inaugurado en 1969. La leyenda popular cuenta que un cocinero trabajó varios años con unas religiosas y era famoso porque hacía una salsa excepcional para el roastbeef. Los dueños de Chez AshTon le pidieron la receta para añadirla a su versión de poutine, y aunque al principio el cocinero no quería terminó accediendo, por lo que fue añadida al menú en 1972.
Es importante señalar que en Quebec tienen distintos horarios para los alimentos. Al mediodía la gente toma un descanso para ingerir un pequeño almuerzo. Te recomendamos ir a Tournebroche dentro del hotel Du Vieux-Quebec. Prueba el pollo orgánico a las brasas, su especialidad. Los platillos de este sitio son tan extraordinarios que en 2015 fue nombrado un restaurante “Must Eat” –imperdible- en la ciudad.
Una vez recobradas las fuerzas, dirígete hacia Quai Saint-André 160 para que conozcas el Farmers’ Market, donde productores locales ofrecen miel de maple (o siropd’erable), sidra, pescados y mariscos, quesos, comida preparada, mermeladas y cervezas, entre otras viandas, ¡un sitio perfecto para enloquecer con las compras!
Si a estas alturas ya necesitas una buena cerveza estás en la ciudad correcta: en Quebec se abrió la primera cervecería en Canadá.
Jean Talon -de origen francés y primer intendente de la región- estableció en 1668 La Brasserie du Roi y su éxito fue una combinación de factores: excedente de cereales, agua de estupenda calidad y la decadencia de la economía causada en parte por el alto costo de importar brandy.
Actualmente, cada microcervecería local produce distintos tipos de cerveza, desde pale ale, lager y pilsner, hasta milkstout entre otras. Ve a Noctem, uno de los bares con las mejores cervezas de la ciudad y que, además, cuenta con producción propia. ¿Lo mejor? ¡Abre a las 11 am y cierra a las 3 am! (perfecto para los de carrera larga).
La hora de la merienda o cena es a las 17:30 horas, procura no perdértela. Un sitio perfecto es el restaurante bar Le Sam Bistro Evolutif dentro del reconocido hotel Fairmont Le Château Frontenac, el más fotografiado del mundo. Hay platos excelentes como el salmón rojo ahumado, el porkbelly con miel de maple, la tarta de tres chocolates y los quesos locales.
Charlevoix está a hora y media de Quebec por carretera. Cerca de esta región se encuentra la Isle-Aux-Coudres, a la cual se llega por ferry.
El lugar indicado para desayunar es la Boulangerie Bouchard, establecida hace casi 70 años. Esta cabaña recibe hasta 900 personas diarias en el verano, su época más fuerte. No te puedes ir sin probar las tartas de frutas y de azúcar. Esta última se prepara con una mezcla de crema, harina, huevo y azúcar morena.
De vuelta a Charlevoix la cena puede ser en Auberge La Muse, una casa de huéspedes que cuenta con su propio restaurante, el Chez Bouquet Écho Bistro. Además de platos magníficos, pide el postre “du grandpère”, el postre del abuelo.
Rita Kantun, chef mexicana que labora en este restaurante, explica que son bolitas de trigo fritas acompañadas de miel, bayas y helado; se llama así porque los primeros pobladores tenían que salir a trabajar durante el invierno y este postre les daba la suficiente energía calórica para soportar el frío. Kantun le da un toque especial con un poco de mango en almíbar.
Para más información visita las páginas www.quebecregion.com y www.tourisme-charlevoix.com. No dejes de contarnos qué visitaste y sobre todo qué comiste. ¡A planear tus próximas vacaciones!