Los indios nunca han sido grandes bebedores de café. Seguro, el producto adorado en occidente ha existido en el sur de Asia durante siglos; según la historia, los granos prodigiosos eran contrabandeados desde Yemen por un santo musulmán indio hace casi 600 años.
Desde entonces, la producción de café ha florecido en los estados de Karnataka, Kerala y Tamil Nadu, pero no así el consumo local. La presencia de la colonia británica hizo de los granos un notable producto de exportación, pero los indios siempre han preferido disfrutar de un té chai.
Eso, al menos, hasta ahora. Durante los últimos años, India se ha hecho consciente del florecimiento de su propia cultura cafetalera. Beber infusiones locales y salir a las cafeterías se ha convertido en una verdadera tendencia en ese país.
“Hace ocho o nueve años, si le decías a un amigo que llegaba de visita desde otra ciudad, ‘Vamos por un café’, se burlaba de ti”, dice Ashish D’Abreo, cofundador de la cafetería orgánica Flying Squirrel, con sede en Bangalore. “El café equivalía a un tambo de metal de cinco rupias lleno de café instantáneo y solía provocar rechazo. Pero ahora en Bangalore puedes salir y conseguir un buen café americano o un expresso”.
D’Abreo comenzó la compañía en 2013 con su socio Tej Thammaiah. Los dos eran amigos de la universidad en la capital del estado sureño de Karnataka sin “acceso a buen café, solo lo que había en los estantes de los supermercados, esos granos tostados en Italia sabrá dios hace cuántos meses”. Después de todo, el mejor café de cultivo local siempre se exporta, porque es en el mercado internacional donde los agricultores obtienen los mejores precios.
La familia de Thammaiah ya había cosechado café desde hacía tres generaciones, también para exportar. La plantación de 16o acres ubicada en Coorg, a más o menos 200 kilómetros de Bangalore, fue fundada hace casi un siglo por un escocés que vivió durante el Raj Británico. Cuando se vio forzado a dejar India luego de la independencia en 1947, vendió el terreno al abuelo de Thammaiah.
Así que el par contaba con ciertas nociones de cómo empezar su propia marca y ajustaron la tierra para experimentar. Crearon sabores únicos plantando granos entre parcelas de cítricos y plantaciones de vainilla que también crecen en el estado.
Lo que comenzó como una oferta en línea de café recién tostado se ha extendido a las tiendas gourmet y cafeterías, y ahora Flying Squirrel ya cuenta con su propio café en Bangalore.
Éste es solo el principio.
“Nuestra investigación respecto al tipo de alcance que podríamos tener en más cafeterías, tomando en cuenta los datos existentes y las tendencias, muestra que Bangalore aún tiene potencial para duplicar las cafeterías que tiene actualmente”, dijo D’Abreo.
La nueva cultura cafetalera de India es una consecuencia de la clase media urbana creciente, ya que los jóvenes —impulsados por la curiosidad y los buenos salarios— han comenzado a interesarse en probar nuevos sabores y productos artesanales, desde comida rápida hasta queso gourmet.
La ola comenzó en 1996, con Coffee Day, una cadena de cafeterías parecida a Starbucks pero más casual y asequible. Al elaborar su propio café en estados alrededor de la región india de Chikmagalur, la compañía ya cuenta con más de 1,500 sucursales y es el mayor productor de café arábigo en Asia.
Lo creas o no, India es actualmente el sexto productor de café más grande del mundo, siguiendo muy de cerca a Etiopía. En 2015, casi 700 millones de toneladas de granos se cosecharon en dicho país, pero casi no quedó nada ahí. La mayoría se exporta a Estados Unidos y países europeos como Italia y Alemania, donde se empaca con un logo extranjero y se coloca en los estantes.
El estado de Thammaiah sigue percibiendo la mayor parte de las ganancias a través de la exportación y un sorprendente 98 por ciento de los productores de India son agricultores a menor escala. La recolecta y el secado siguen siendo un trabajo hecho enteramente a mano.
Uno de estos lugares es el estado de Doddankoppa en el corazón del país, ubicado en la región antes mencionada de Chikmagalur en Karnataka. El estado se ha hecho popular entre los turistas locales con un programa de hospedaje —casas privadas que ofrecen hospedaje a los turistas— llamado The Captain’s Bungalow (El bungaló del capitán).
En más de 30 acres serpenteantes, crecen plantas de café a lo largo de las colinas. El estado ha producido café desde la década de 1850, pero ahora la gente puede venir y hospedarse en una mansión con vista al paraíso natural color esmeralda y hacer recorridos por entre los árboles de arábica y robusta que crecen junto a las especies tradicionales, como la pimienta negra y el cardamomo.
Hace pocos años, la propiedad fue comprada por el empresario y dueño de una compañía aérea india G.R. Gopinath. La casa del programa es, de hecho, su casa vacacional, una mansión enorme de piedra decorada con las antigüedades del propio Gopinath, fotos familiares y libros. Es conocido como “el Capitán” (de ahí el nombre de la plantación) debido a sus horas de vuelo cumplidas para la Armada India. La mayor parte del tiempo, la casa queda abierta para los huéspedes, pero de vez en cuando pasa tiempo allí (llega en helicóptero y aterriza en un protector gigante ubicado en la base de la propiedad).
“El Capitán es un buen hombre para quién trabajar”, opina Natesh Gowda, quien empezó a dirigir el estado hace siete años.
Gowda, un agricultor de café de tercera generación, creció en el área, supervisa la producción y se encarga de los huéspedes de la casona, ofrece recorridos a quien está interesado, etc.
Para el Capitán, cosechar café orgánico y sin pesticidas no es tanto un negocio, sino que significa “preservar el equilibrio ecológico y las variedades de flora y fauna… en medio de la mismísimas montañas en Ghats Occidentales de India”, comentó.
A los huéspedes se les ofrece tanto café como gusten durante su estancia y, según Gowda, “es el mejor del mundo”. “El café indio es especial, porque no crece en suelo plano”, explica. “Al estar entre las montañas obtiene un sabor verdadero”.
El negocio parece seguro en el estado donde se ubica el Bungaló del Capitán, ya que recibe bastantes clientes de Alemania y Estados Unidos. Y si bien Flying Squirrel se enfrenta al mercado de India apelando a los glotones y siguiendo los gustos hipster, sigue existiendo un largo camino que recorrer, según D’Abreo.
D’Abreo añora el día en que Bangalore o quizá Mumbai, donde su compañía tiene su mayor clientela, se conviertan en ciudades con escenas cafetaleras distintas y únicas; donde la “gente se forme en filas durante largo tiempo solo para tomar una taza de café y nada más”, dice. “Como en San Francisco”.