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Sabores que cruzan fronteras: Jóvenes llevan la cocina veracruzana a China

Por Mayra Zepeda

Los chinos conocen tres cosas de México: la violencia, a Chicharito y a los mayas, por aquello de la profecía del fin del mundo; incluso se les dificulta ubicar a nuestro país en el mapa. Y nada, absolutamente nada, saben de Veracruz. Sin embargo, esto está cambiando gracias a un grupo de jóvenes que comenzó con una aventura de fines de semana y que ahora es su proyecto de vida: el primer restaurante donde predomina la gastronomía veracruzana en el municipio más grande y poblado del mundo, Chongqing, en China. 

“El proyecto inició en casa, somos cuatro integrantes: la maestra Alba Bellido, la licenciada Yamileth Salas, Catherine Yu Jialing y yo, Julio César, que nos conocimos en China en 2012 cuando fuimos a estudiar. Entre bromas nació la idea de hacer un restaurante y a finales de 2015 concretamos”.

Julio es ingeniero en instrumentación electrónica y además tiene una carrera técnica como chef en cocina internacional. Cuenta que todos se conocieron en la república asiática estudiando chino, todos egresados de la Universidad Veracruzana. Tiene apenas 25 años, Yamileth 24, Catherine 23 y Alba 35.

Casa Maya, como nombraron a su aventura, inició como una pequeña cafetería que les rentó una amiga. “Realmente era una barra y una minicocina con un horno y parrilla eléctrica”, cuenta Julio, quien comparte que fueron muchos los retos a los que se enfrentaron, como el idioma, no saber nada de administración y la diferencia en los ingredientes. Empezaron y se presentaron como el único restaurante mexicano en aquel municipio chino.

“Al principio todo era tex-mex”, dice Julio, “tacos tipo Estados Unidos, el taco gringo que nada tiene que ver con los que comemos en México. De ahí salió la idea de vender auténtica comida mexicana y meter el maíz”. Así, Casa Maya se convirtió en el único restaurante que maneja tanto tortilla como masa de maíz en un municipio con más de 40 millones de habitantes en China.

El éxito no fue sencillo, en realidad fueron muchos problemas, “fue la muerte”, bromea Alba. El primero fueron los ingredientes. Buscaron y buscaron y con lo que hallaron le dieron un sabor mexicano a su comida. No tenían queso fresco ni de hebra, pero tenían otro queso local, frijoles negros y Coronas. “Hay frijoles, hay queso, hay tortillas y hay cerveza, pues seguro fácil la armamos”, pensaron al principio. Los jóvenes imaginaron que “la chamba se haría por sí sola” si alguien cocinaba, otro servía y uno más cobraba. Error. “Nuestra vida nunca fue igual”, dicen.

“Era un espacio muy pequeño y el día de la inauguración -en la que gastamos menos de 20 mil pesos- yo solo veía cómo la gente entraba y entraba y entraba, y no sabíamos para dónde correr. El mesero no sabía cómo pedir las órdenes, cómo anotar la comanda, cómo pasarla a cocina, fue la locura total”, recuerda Alba. Ese día se llenó, solo cabían unas 10 personas y llegaron 60 al mismo tiempo. Nunca dejó de llegar la gente que buscaba comida que no fuera oriental. Después del extenuante primer día, lo primero que pensaron fue: “y mañana tenemos que abrir otra vez”.

Aunque abrían viernes, sábados y domingos, “al cerrar teníamos que ver el tema de proveedores, unos eran online, otros había que verlos y otros teníamos que viajar dos horas en tren para encontrarlos. A veces regresaba a las 12 de la noche”, dice Alba.

Empezaron vendiendo empanadas de pollo, queso y picadillo, tacos dorados, quesadillas, espagueti verde, arroz rojo, tacos de carnitas, bistec encebollado y de carne enchilada, y de postre, arroz con leche. A los chinos les pareció muy extraño la mezcla del grano de arroz con leche y vainilla, pero fue un éxito. No podía faltar el café veracruzano y el torito de cacahuate, de Tlacotalpan.

Foto: Quadratín Veracruz.

Foto: Quadratín Veracruz.

Casa Maya dejó de ser una fondita para transformarse en un restaurante en forma con más de dos mesas y una barra. Ahí empezó el viacrucis: trámites, permisos, impuestos. Después de tres meses, todo estuvo listo.

Expandieron su carta e incluyeron nachos, chilaquiles, pescado, molletes, desayunos veracruzanos.

“Cada uno le hablábamos a nuestras madres para pedir consejo. De repente nos decían que le pusiéramos epazote a los platos, pero en China no hay epazote, así que salíamos a la calle a oler hierbas. Un día Alba encontró epazote sembrado y lo llevamos con nosotros”, cuenta Julio.

Ya nadie está incómodo en el restaurante, el cual tiene una barra de bebidas donde el torito de cacahuate es la estrella. También ya tienen chef propio, el jalapeño Agustín Varela, a quien Julio conoce desde que estudió Gastronomía porque fue su maestro.

Ahora “queremos consolidarnos”, dice Alba, “buscar personal más estable”.

Los socios de Casa Maya se encontraron con el proyecto del chef Francisco Cuevas Ferrer, presidente del Consejo Gastronómico Veracruzano (CGV), una asociación civil que reúne a investigadores, empresarios, restauranteros, chefs, cocineros, académicos, catadores y emprendedores del estado para impulsar la cocina de Veracruz.

“Con ellos vemos un horizonte a mediano y largo plazo, más alianzas para consolidar el ingreso de otras unidades de negocio, como comercializar productos veracruzanos porque llegan muchos extranjeros y buscan algo diferente”, cuenta Alba.

En Chongqing lo latino llama la atención, por lo que de mano del Consejo Gastronómico Veracruzano y del Consulado de México planean realizar una serie de ferias gastronómicas mexicanas en las que, además, difundirán la cultura veracruzana.

“Queremos promover el café veracruzano, el puro, la vainilla, ser dignos representantes de Veracruz y de México”, dice Julio.

Con un lento, pero preciso español, Catherine Yu Jialing cuenta que ha visitado Veracruz en dos ocasiones y recuerda la vez que fue a Tamiahua comió el mejor pescado que ha probado en su vida. “En México le ponen limón, chile, es muy diferente, por eso cuando regresé a China extrañé mucho la comida mexicana y cuando decidimos abrir el restaurante me emocioné”.

Lee la nota original en Quadratín Veracruz.