Cuando Hernán Cortés llegó al valle de México, uno de los lugares que más lo sorprendió fue Tlatelolco, sobre todo su mercado, visitado diariamente por cerca de treinta mil personas. Dice en sus cartas de relación:
“Hay joyerías de oro y plata y piedras y de otras joyas de plumajes, tan bien concertado como puede ser en todas las plazas y mercados del mundo. Hay mucha loza de muchas maneras y muy buena y tal como la mejor de España.”
El mercado se perdió, pero Tlatelolco se ha mantenido como una referencia para la historia de la ciudad y del país: el movimiento de 1968, el terremoto de 1985…
Ahora toca volver a lo básico: en donde antes se encontraba el edificio Oaxaca ahora se extiende el Huerto Tlatelolco, que le ha dado bríos a la agricultura urbana. Son alrededor de mil 650 metros en donde los vecinos y gente de a pie podemos aprender aquello que nos definió como seres humanos hace miles de años: sembrar y cultivar nuestros propios alimentos.
Lo primero que se distingue al entrar al huerto son las compostas. Gabriela Vargas, representante deCultiva Ciudad, grupo que cuida y protege el Huerto, dice que esta parte es la que más los enorgullece. Los vecinos del Huerto las alimentan cotidianamente y las lombrices no tardan en producir humus, la vitamina de la tierra, para que con ella las plantas del Huerto broten más fácilmente.
Enseguida vienen los círculos típicos de un huerto urbano. En las orillas siembran plantas muy olorosas (mastuerzo, hinojo, cebollín ajo) para que las abejas y otros insectos no molesten a las plantas de en medio, que son de mucha variedad: lechugas, tomates, chilacayotes, calabazas…
La intención del Huerto Tlatelolco es que los voluntarios de Cultiva Ciudad enseñen a los vecinos a cosechar, para que después se propague el conocimiento hasta que el lugar quede en las manos de la misma comunidad de Tlatelolco.
Y vaya que van por buen camino, pues los miércoles y viernes el lugar se llena de voluntarios que aprenden en jornadas muy productivas y de recompensa se llevan el fruto de su trabajo: frutos de a de veras.
Al fondo están los árboles frutales: manzanas, duraznos, ciruelos y granada. No podemos dejar de mencionar la milpa de maíz, que se rota para darle al maíz los mejores nutrientes, y la espiral de hierbas, que emana olores dulces desde lejos. Una visita a este lugar nos puede surtir de muchas especias para cocinar durante meses.
El vivero es nuevo en el Huerto Tlatelolco. Aquí se cultivan los brotes o “plántulas” de muchas plantas que después se sembrarán. También muchos de los brotes se consumen, básicamente porque son deliciosos. Pero también porque están en una etapa de la vida en la que son muy ricos en nutrientes (vitamina E, C, A, K y B; minerales, aminoácidos, antioxidantes) y clorofila. Nosotros probamos los brotes de girasol y los recomendamos ampliamente.
Según la ONU, para el año 2050 tres cuartas partes de la población vivirá en áreas urbanas. Por eso es urgente apoyar proyectos como el Huerto Tlatelolco. Acercar la actividad agrícola a las ciudades tiene beneficios como:
Tal y como describió Cortés, Tlatelolco se llena de alimentos sanos que todos queremos. El Huerto es uno de esos proyectos donde todos salimos ganando, sobre todo si lo cuidamos y lo apoyamos.
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Huerto Tlatelolco
Horarios para voluntarios: Lunes, miércoles y viernes de 10:00 a 13:00 (excepto días feriados).
Día de huerto abierto y picnic: Primer y tercer sábado de cada mes (excepto días feriados).
Talleres Comunitarios: Miércoles de 10:00 a 12:00 y de 16:00 a 18:00.
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