Hasta hace cincuenta años, la Hacienda Encinillas en Chihuahua era una colonia casi abandonada. Hoy es la vinícola más grande del estado con una producción anual de 150 mil botellas de vino.
En 1970, Don Eloy compró los derechos del casco de la hacienda y la remodeló, manteniendo el diseño original. Sin embargo, fue hasta 2004 cuando sembró, a un costado de la capilla, la primera hectárea de vides.
La vinificación ocurrió dos años después dentro de la capilla, y lo que comenzó como un pasatiempo hoy es una vinícola con 50 hectáreas que produce seis etiquetas.
No es casualidad que en Encinillas se produzca vino, dice Don Víctor, quien cuenta la historia del viñedo con orgullo. La hacienda se encuentra a la misma latitud y altitud que Ensenada, ambos lugares están en la misma franja geográfica y gozan del clima adecuado para el crecimiento de las vides -de 37 a 18 grados C-.
Además, el suelo arcillo-gravoso propicia un excelente drenaje y el agua que proviene de las montañas aporta, por medio de un pozo, los minerales necesarios para que la uva se desarrolle.
En 2006 se enviaron los estudios de suelo a Francia y como respuesta se obtuvo el porta injerto que hoy crece en estas tierras. Actualmente en Encinillas se cultivan siete varietales, entre ellas Merlot, Cabernet Sauvignon, Shiraz y Petit Verdot.
La primera etiqueta que produjo Hacienda Encinillas fue La Casona, un vino hecho de 65% Cabernet Sauvignon y 35% Merlot, elaborado de manera especial para el restaurante que lleva ese nombre. Las siguientes etiquetas fueron Hacienda Encinillas, Vino Asís, Megacero y dos versiones de Anxelin.
En esta región las uvas se expresan de manera muy especial. La fuerza y el sabor característico de cada varietal se plasman con potencia en cada uno de los vinos debido al impacto del clima extremoso.
Estos vinos, que han pasado 18 meses en barricas de roble francés, en general se perciben como jóvenes y con rasgos del viejo mundo, con notas de frutas maduras y un tanto dulces.
La Hacienda Encinillas se encuentra aproximadamente a 80 kilómetros de Chihuahua capital y a 200 de Ciudad Juárez. Desde sus campos, rodeados de nogales y manzanos, se observan majestuosas montañas, grandes encinos y cielos profundos.
Este lugar, que aún no abre sus puertas al enoturismo, es una pequeña porción de 50 hectáreas en la que las vides crecen fuertes para demostrar que Chihuahua también es tierra de vinos.