Es maravilloso cuando una cocina sorprende, cuando los platos resultan una combinación de sabores y texturas que invitan al paladar a entender el conjunto del que son parte. Algo nuevo y sorprendente sucede en Atalaya y no puede –ni debe- ocultarse.
Si bien desde hace 19 años este lugar ha sido punto de encuentro de familias, amigos y colegas, desde la llegada del chef Atzin Santos el restaurante es otro. El joven cocinero ha logrado inyectar una visión actual y muy distinta a un lugar con casi dos décadas de historia.
El factor sorpresa es el común denominador en una nueva carta que, lejos de hacer a un lado los platos clásicos, entra en armonía con ellos y los acompaña, ofreciendo así un espacio en el que lo mismo se disfrutan preparaciones contemporáneas y complejas, que los clásicos con sabor a hogar que tanto gustan.
La creatividad de Atzin Santos es uno de los grandes tesoros de Atalaya. El chef prefiere sustituir un punto de sal con palomitas de maíz y servir waffles en vez de pan para ofrecer como entrada un foie gras acompañado de algodón de azúcar y frutas frescas. La cocina se engalana con detalles que salen de lo cotidiano.
Sin duda, su gran calidad reside también en su maravilloso huerto en Tepotzotlán en el que los jitomates, moras, hongos y una gran variedad de quintoniles crecen y son usados en ensaladas y otras preparaciones. El resto de los productos son seleccionados buscando siempre lo mejor.
Uno de los grandes platos es la merluza –chilena, por supuesto- coronada con hongos y puré de chiribia –un tubérculo parecido a la papa- acompañada de una salsa de hongos. Por supuesto, hay platos que varían un poco día a día, todo depende de la disponibilidad del producto.
Otros grandes son el aguachile negro de camarón con sandía, el taco de porkbelly servido con tepache –sólo por él vale la pena ir hasta Bosques de las Lomas- y el pecho de cabrito horneado. En los platos clásicos hay varios imperdibles: el filete Chemita, la milanesa de res, los camarones Rodrigo y en el desayuno, los huevos rotos.
Los postres, a cargo de la chef Ayari Soto, son una gozada. Hay maravillas como la papaya nixtamalizada con hoja santa y helado de requesón, un sorbete de limón amarillo con chile chipotle meco y cava, y una natilla de naranja espectacular.
La carta de vinos ofrece en su mayoría opciones españolas y mexicanas a buen precio, aunque tienen algunas joyas que más vale preguntar por ellas.
Atalaya es un lugar que desde el primer momento invita a sentirse como casa, el servicio es atento pero no invasivo, el ambiente relajado y tranquilo, aunque en fin de semana se llena de familias, hay una sala especial para niños donde lo pasan muy bien –y todos comen a gusto-.
Es verdad que este restaurante se encuentra un tanto lejos pero, luego de probar lo que allí se cocina, podemos asegurar que el trayecto vale totalmente la pena.
Dirección: Prol. Bosques de Reforma #1803, Col. Lomas de Vista Hermosa
Sitio web: www.restauranteatalaya.com.mx
Teléfono: 52 5936 36
Twitter: @atalayamexico
Facebook: Restaurante Atalaya