Adán Paredes, antropólogo de profesión, está convencido -como nosotros- de que comer bien también es, comer bonito.
Desde hace más de 35 años, Adán ha trabajado la cerámica. Con barro cocido ha hecho esculturas y obras de arte, pero en 2014, el mundo gastronómico le dio la bienvenida con un proyecto especial en el restaurante El Chapulín dentro del Hotel Presidente Intercontinental, y esto lo catapultó a hacer vajillas para grandes chefs como los hermanos Roca, Alejandro Ruiz y José Manuel Baños.
En El Chapulín, Adán debía intervenir las paredes y pasillos para crear la atmósfera del restaurante de cocina mexicana. Así que tomó como inspiración una semilla sagrada y muy importante de nuestra cultura: el cacao.
“Nos centramos en eso y creamos un proyecto de 14 piezas distintas, rectas, curvas, convexas, esquineros y escuadras, todas hechas en barro en una cerámica a alta temperatura de cuatro tonos distintos que nos dan la sensación de barras de chocolate.”
En este proyecto, que se cocinó en Oaxaca, participaron señoras de la comunidad de Santo Domingo Barrio Alto de Villa de Etla, quienes trabajaron a mano cada una de las piezas. La elaboración demoró cerca de siete meses.
Adán dice que cocinar barro y cocinar alimentos, es exactamente lo mismo. En ambos casos el fuego transforma la materia prima en algo mejor y más útil para el ser humano.
“Un día me visitó en el taller Alejandro Ruíz e iba acompañado de un cocinero español. Yo no sabía quién era pero, al ver el trabajo con El Chapulín, me pidió que le hiciera una vajilla para un evento que tendría en México, resultó ser Josep Roca”, cuenta animoso Adán.
En esta ocasión, la inspiración fue maya. Los platos de color arena emulan las construcciones mayas de piedra caliza, los cortes recuerdan los dinteles de sus edificios y los huequitos hacen referencia al Chac Mool.
A los hermanos del Celler de Can Roca -nombrados como el mejor restaurante del mundo por la lista 50 Best Restaurants- les encantó la vajilla. Estos fueron los platos que utilizaron en su gira en el restaurante Pangea (Monterrey) y en Estudio Millesime (Ciudad de México) con BBVA Bancomer.
Adán explica: “Lo importante de hacer piezas de autor es que el plato debe ser un marco, un soporte que no debe tener una presencia mayor, la comida debe lucir, debe haber un equilibrio”.
“Después de haber hecho estos platos me buscó Alejandro Sánchez, el chef de Candela Romero. Hay una seducción en las formas de los mundos antiguos para los extranjeros que visitan México”, dice el artesano.
Partiendo de los colores que el chef quería, rojo y gris, Adán decidió trabajar con las formas teotihuacanas, las curvas de toda la vajilla están inspirados en vasos y vasijas teotihuacanos. Además estos colores están muy presentes en los murales de Teotihuacán.
José Manuel Baños, chef de Pitiona quería algo inspirado en Oaxaca. “Tomamos tres colores, arena de las piedras de Monte Alban, el verde de la cantera del mundo más Colonial y el negro de la gran fiesta de Día de Muertos. Los platos tienen una “patita”, una abstracción que alude al molcajete.”
Además hace objetos de decoración e interiorismo. Su taller está ubicado en Oaxaca pero en la Ciudad de México tiene un showroom donde expone el resto de su trabajo.