Tabasco es un verdadero edén, en sus tierras crecen cacaotales, tierra sagrada donde surge el chocolate.
Los sembradíos de este estado generan el 67% del cacao nacional, es sencillo imaginar el increíble olor de algunos municipios como Comalcalco o Cunduacán, que durante kilómetros huelen a cacao puro, ¡el paraíso de los chocolateros!
Desde hace un par de años el estado ha impulsado el turismo gastronómico en la zona y sin duda, una de las visitas obligadas es DRUPA Museo Interactivo del Chocolate, en él Armando Muñoz y su familia han creado un recorrido que genera una inolvidable experiencia sensorial en torno al cacao.
Para comenzar, una caminata entre los cacaotales. Los árboles son altos y frondosos y de ellos cuelgan los frutos de los que, una vez que estén maduros, se extraerán las semillas. Admirar por primera vez una mazorca de cacao y sus delicadas flores, es indescriptible.
Conforme se avanza en el camino se realiza el proceso que debe seguir cacao hasta convertirse en la deliciosa pasta de chocolate con la que se preparan las bebidas. Una vez maduras, se cosechan las mazorcas y con el golpe firme de un machete se dividen justo por la mitad, las semillas deben quedar separadas de la cáscara.
La pulpa que cubre las semillas se llama mucílago, se puede comer como a una fruta, su sabor no se asemeja en lo absoluto a una barra de chocolate, es mucho más ácido y herbal. Con él se prepara una bebida que refresca los calurosos días en el cacaotal.
Una vez que se desgrana el cacao se secan las semillas al rayo del sol. Se pueden lavar para quitarle el mucílago o dejarlas secar con él para que fermente y adquieran un sabor distinto.
Después se tuestan las semillas y se les quita la cáscara. Cuando están limpias se llevan al metate, al molinillo manual o al automático donde se combinan con pimienta de Tabasco, azúcar, canela, chile y los ingredientes que se desee agregar. La fricción activa la manteca de cacao y permite formar la pasta que más tarde será un chocolate.
La siguiente parada, un encuentro con la maravilla del chocolate. En DRUPA se siente, se huele y se prueba el cacao, todos los sentidos se deleitan en una sala destinadaa probar bebidas a base de este ingrediente, como el tejate, el clásico chocolate en agua y el pozol.
En este lugar la dualidad siempre está presente saltando del cacao al chocolate, de lo frío a lo caliente, del chocolate claro al oscuro y demás.
Por último, una comida mexicana muy tradicional cierra con broche de oro la experiencia. Los sabores del cacao se entremezclan con el resto de los ingredientes de aquella región. Plátano, frijol, arroz, una buena sopa y un guisado no pueden faltar en la mesa de DRUPA.
Pero la experiencia no termina aquí. Lo importante de visitar DRUPA -además de la fantástica experiencia- es conocer la gran calidad del chocolate mexicano y reflexionar sobre nuestro consumo responsable, tema del que ya hemos hablado antes.
Armando explica que muchas veces hemos comido mantecas saborizadas y grasas sabor chocolate pensando que es cacao, lo que debemos hacer es sencillo, es cuestión de voltear la barra de chocolate y ver cuánto cacao contiene y de dónde proviene -se necesita tan sólo 18% de cacao para ser considerado chocolate-.
Si tienes la posibilidad de consumir cacao mexicano trabajado por manos mexicanas, no sólo disfrutarás de un producto de muy alta calidad, también apoyarás la industria cacaotera de nuestro país.
¡Visita DRUPA Museo Interactivo del Chocolate!
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