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Ayunaréis

Por Mariana Toledano

El antropólogo Marvin Harris1 afirma que el hecho de que los seres humanos de nuestra era comamos más de lo necesario se debe a un mecanismo de supervivencia y adaptación, ya que durante miles y miles de años hemos comido de menos. La comida había escaseado desde el principio de los tiempos hasta la segunda mitad del siglo XX, y en muchas partes del orbe sigue siendo insuficiente. De esta forma —afirma Harris—, «los seres humanos estamos dotados de un mecanismo que nos permite pasar grandes periodos de tiempo sin comer, convirtiendo en grasa la comida excedentaria para futuras hambrunas o ayunos».

Así, el acto de abstenerse de todo tipo
 de comida y, en algunos casos, de líquidos por un periodo determinado es connatural a nosotros. Ayunar, aunque hoy nos parezca absurdo, extraño o lejano, ha sido parte del desarrollo natural de la nuestra y de otras especies.

El ayuno se ha practicado desde las sociedades más primitivas, a escala de aldeas y tribus, hasta en las grandes religiones y civilizaciones. Para el desarrollo espiritual y el fomento de la salud, como un ritual
 de introspección y de cura —dependiendo de la tradición—, se ha relacionado con la desintoxicación, la purificación o la penitencia. Y en este sentido, se asocia con la abstinencia, es decir, evitar ciertos alimentos o actividades que por alguna razón se consideran perjudiciales: la carne, el alcohol, el sexo, la masturbación, el tabaco, etcétera.

En la antigua Grecia, la creencia de que comiendo se corría el riesgo de que fuerzas demoniacas entraran al cuerpo contribuyó a la popularidad del ayuno, que era requerido en la preparación para el contacto con fuerzas supernaturales y para despertar estados extáticos, visiones o sueños.

Pitágoras, Abaris y Epiménides exaltaron sus virtudes. En otras tradiciones, como la india, se menciona en los Upanishads y en el Mahabharata, así como en Los Yogasutras de Patañjali —que son el principio de la yoga.2

Cristianismo

Ayunaréis… porque en ese día se hará expiación
por vosotros para purificaros.
Levítico 16: 29-30

Aunque la Biblia asegura que Jesucristo ayunó durante 40 días en el desierto no hay ninguna ley definida sobre el tema, salvo insistir que se hiciera con humildad y 
en privado; con el tiempo, el ayuno se desarrolló en las celebraciones cristianas de iglesias locales como un esfuerzo por reemplazar costumbres y principios paganos y judíos.

El periodo de ayuno más conocido es el de la Cuaresma, que dura 40 días, y los días de ayuno obligatorio del Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

Por otra parte, el ayuno en la tradición ascética —que busca purificar el espíritu por medio de la abstinencia o negación de los placeres y sobre todo de la privación de alimento— floreció en los siglos IV y V, en los que no era nada raro encontrar asociaciones de los ascetas y las vírgenes establecidos en todas las grandes iglesias de oriente, en Alejandría, Jerusalén, Antioquía y Edesa.

También los gnósticos, buscando penitencia y autohumillación, lo practicaban. Más tarde, durante la Contrarreforma3 lo hicieron San Juan de la Cruz y, de forma preponderante, Santa Teresa de Jesús, quien a través del ayuno y la privación de todos los estímulos y placeres carnales y mundanos aseguraba poder tener uniones con la divinidad —«que eran tan impactantes como cien orgasmos juntos».4

Se cuentan casos de ayunantes católicos de leyenda, como el de Teresa Neumann, que desde 1922 hasta su muerte en 1962, aseguró no haber consumido alimento, aparte de la Eucaristía, y no haber bebido agua. El caso fue evaluado en diferentes momentos por distintas personalidades, pero nunca se pudo comprobar ni a favor ni en contra. No es el único caso, pero sí el más flagrante, porque nunca padeció efectos adversos, pérdida de peso ni deshidratación.

Tipos de ayuno para los cristianos

  • Absoluto que es 
la abstención total de alimentos y líquidos, incluyendo el agua, y que sólo se puede llevar a cabo por un breve lapso.
  • Normal, que consiste en la abstinencia de alimentos, sin eliminar el agua.
  • Parcial, que es limitar o dejar fuera ciertos alimentos o «manjares», como postres, frutas, carnes y vinos.
  • Medio, que consiste en evitar desayunar, se exigía a los devotos antes de comulgar hasta antes del Concilio Vaticano II.

Islam y judaísmo

En el Islam, durante el mes santo del Ramadán, los fieles se abstienen de toda comida y bebida entre el amanecer y el anochecer. De hecho, fuera del mundo árabe, la palabra ramadán designa más al propio ayuno que al mes. El ayuno se recomienda en otros momentos del año, pero durante el Ramadán es estrictamente obligatorio e implica seis condiciones:

1. Estar atento al comienzo del mes siguiendo las fases de la luna.

2. Tener la intención o devoción de 
hacerlo.

3. Evitar la ingesta de cualquier cosa sólida o líquida.5

4. Abstenerse del sexo.

5. No masturbarse.

6. Evitar provocarse vómitos por la culpa de haber comido.

Por otra parte, para los judíos el ayuno está prescrito tanto en el Talmud como en la Torá como una poderosa preparación para tener revelaciones divinas y como método de penitencia y para estimular el arrepentimiento. Los salmos invitan frecuentemente al ayuno personal en ocasiones de dificultad, y Maimónides tiene varios escritos sobre los diversos tipos con recomendaciones específicas para llevarlos a cabo. Su tradición impone un día de expiación, dolor y arrepentimiento:

Yom Kippur, considerado el día más santo y solemne del año, en el que se busca la reconciliación con Dios y están prohibidas la comida, la bebida, el baño y las relaciones conyugales del ocaso al anochecer del día siguiente.

Ayuno médico

Históricamente, el ayuno para la salud ha sido defendido por muchos. El doctor E. H. Dewey, en su libro The True Science of Living (1894) —La verdadera ciencia de vivir— escribió: «Toda enfermedad que aflige a la humanidad se desarrolla a partir de comer más de lo habitual», y para él, el ayuno era la «cura milagrosa». Upton Sinclair, autor estadounidense ganador del Pulitzer, escribió extensamente sobre los beneficios para la salud del ayuno en su libro The Fasting Cure (1911) —La cura del ayuno—, donde apuntaba que el no comer puede curar no sólo la obesidad, sino muchas otras enfermedades, y que es además «la clave de la eterna juventud y el secreto de la salud permanente».

A lo largo del tiempo ha habido muchas personas no obesas que han participado en ayunos prolongados, cuyas experiencias han sido registradas en la temprana literatura médica. En 1880, en Nueva York, el doctor Henry S. Tanner ayunó durante 40 días con la única intención de demostrar que el ser humano puede vivir sin alimento, bebiendo sólo agua por largos periodos, y no sólo realizó este ayuno una vez en su vida, sino varias: una de ellas fue registrada en The New York Times, día por día; para el día 20, su mente estaba complemente clara y su salud había mejorado. El francés Alexander Jacques ayunó durante 50 días en 1889. Signor Succi, un italiano, afirmó haber completado al menos 32 ayunos de 20 días o más; y además hizo otros de 40 y 45 días en 1890. En 1905, el doctor F. Penny, impulsado por las reivindicaciones de Dewey, ayunó durante 30 días y registró observaciones simples sobre sí mismo, todas ellas favorables.

Los estudios de Gamble6 con niños epilépticos en ayuno en 1919 —con muy buenos resultados—, y en un bote salvavidas durante la II Guerra Mundial, donde varios voluntarios fueron sometidos a la privación de alimentos y agua en condiciones que simulaban estar perdidos en el mar, sirvieron mucho para aclarar los requisitos básicos de agua durante el ayuno y el efecto de ahorro de proteínas y carbohidratos.

En la literatura médica actual hay menos observaciones sobre personas no obesas que ayunan, ya que desde finales de 1950 la mayoría de los datos del metabolismo en el ayuno provienen sobre todo de estudios de obesos como los de W. J. Bloom, que puso a personas con esta condición en regímenes de ayuno de hasta 117 días, mientras que el doctor T.J. Thompson monitoreó ayunos de 139, 236 y 249 días. El ayuno más largo registrado fue de un hombre obeso de 27 años de edad, quien ayunó por 362 días y perdió 125 kilogramos.

Huelgas de hambre

El ayuno a menudo se ha utilizado como un medio de protesta política. Una huelga de hambre no es más que la abstinencia de alimentos en forma voluntaria para mostrar la decisión de morir si no se consigue lo que se pretende. Esta actitud suele venir determinada por el deseo de poner en evidencia una situación de injusticia. La tradición es irlandesa y hay registros desde la época precristiana, donde se le conocía como Troscadh o Cealachan, y tenía reglas específicas en sus usos y costumbres, así como en sus leyes y códigos.

Gandhi ayunó por razones políticas en al menos catorce ocasiones, tres veces hasta por 21 días.

Uno
de los ayunos políticos más largos registrados fue el de Terence MacSwiney, exalcalde de

Cork, que ayunó por 74 días hasta morir, después de su arresto durante los disturbios angloirlandeses de 1920. Lo mismo pasó en 1981 en Irlanda, cuando Margaret Thatcher se negó a hacer concesiones a los huelguistas del ira. Guillermo Fariñas ha protagonizado 23 huelgas de hambre en protesta por el gobierno de Fidel Castro, en Cuba, y en México, el preso político Jorge Mario González García cumplió 56 días en huelga de hambre. Al día de hoy, la huelga de hambre se sigue utilizando en Irlanda y otros países como medio de persuasión política.

Inedia

La inedia —del latín in ‘no’ y edo ‘comer’— en general, se refiere un ayuno absoluto. En Grecia y Roma era un método de suicidio para personas de alto rango, pero hoy en día está relacionada con el respiracionismo, los aerívoros, o el Sun Gazing, Sun Yoga, Surya Yoga o Solar Yoga, un estilo de vida que se basa en la idea de que se puede vivir sólo de aire y luz solar, ya que el prana —energía de vida— se obtiene sobre todo del sol. Los adeptos a esta práctica suelen mirar directamente al sol en su ocaso o salida durante unos minutos, con la creencia de que ello permite aumentar el nivel de energía propio y disminuir el apetito. No existe ninguna evidencia que avale algún efecto beneficioso ni pruebas de que esto pueda ser real, aunque el indio Prahlad Jani, conocido también como Mataji, aseguraba haber pasado 74 de sus 82 años de vida sin comer ni beber.

Ayuno intermitente

A últimas fechas —me refiero a hace un par de años— se ha puesto de moda el ayuno no solamente en casos de obesidad mórbida, sino en sujetos sanos que
 están en su peso. Una de las modalidades es el ayuno intermitente —intermittent fasting— que consiste en ayunar y comer por periodos; esto reditúa en beneficios como reducción de los niveles de colesterol y azúcar, además de un aumento de la hormona del crecimiento. Las formas que se proponen son diversas y variadas: Brad Pilon propone el sistema de Eat, Stop, Eat, que consiste en ayunar dos días a la semana; otros expertos proponen ayunar de 12 a 20 horas diarias, y otros ayunar parcialmente: sólo ingerir 500 calorías durante dos días a la semana. La idea es reducir la ingesta calórica, porque en el mundo actual, donde la comida y las calorías baratas abundan, siempre comemos de más; a ello se debe la incidencia de diabetes, obesidad y otras enfermedades7 que el hombre primitivo no conocía.

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1 Marvin Harris, Caníbales y reyes. Los orígenes de la cultura; Madrid: Alianza, 2004.
2 v. Algarabía 86, noviembre 2011, IDEAS: «El o la yoga y el teléfono descompuesto»; pp. 88-96.
3 Reforma Católica o Contrarreforma a la respuesta de la Iglesia católica dada a la reforma protestante de Martín Lutero,que había debilitado a la Iglesia.
4 En su libro El Castillo Interior.5 Como en árabe se dice «beber un cigarrillo» se entiende que la abstención incluye el tabaco. Se considera que todo lo que alcanza el estómago invalida el ayuno.
7 v. Algarabía 104, mayo 2013, IDEAS: «Las ‹enfermedades de la opulencia›»; pp. 50-59.

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