Originario de Mesoamérica, el mamey fue llamado en lengua náhuatl «tetzontzapotl» que quiere decir “zapote color tezontle” por su color parecido al de esta piedra. A simple vista no parece muy especial, sin embargo, su bello color anaranjado y la untuosidad única de su pulpa son secretos que guarda en su interior.
El árbol del mamey crece en las cálidas y húmedas tierras tropicales de México y Centroamérica, puede llegar a medir hasta 40 metros de altura. Es muy valorado gracias a su madera resistente y ornamental, por lo que es común encontrarlo en caminos y carreteras formando parte del paisaje.
El mamey, que en realidad es una baya, se utiliza para preparar licuados, postres, mermeladas y ensaladas, aunque también se puede partir por la mitad y comerlo fresco directamente con una cuchara. En México, el corte de los frutos se realiza de forma artesanal principalmente en los estados de San Luis Potosí, Tabasco, Veracruz, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Colima y Yucatán.
Además de ser muy rico, el mamey es muy saludable, tiene un alto contenido de vitamina A, es rico en hierro y fósforo y contiene altas cantidades de vitamina C. Su característico color anaranjado lo obtiene de los carotenos, poderosos antioxidantes que protegen las células y mejoran el sistema inmune.
La medicina tradicional usa el mamey para cortar la diarrea y tratar problemas digestivos, las infecciones cutáneas y en los ojos. Sus semillas hechas polvo sirven muy bien como insecticida natural, especialmente para eliminar garrapatas y tostadas funcionan como un poderoso cosmético para los ojos.
El contenido nutrimental de 100 gramos de mamey es de 120 kilocalorías, 27 gramos de hidratos de carbono, 2.12 gramos de proteínas, 39 miligramos de calcio, 20 miligramos de vitamina C y 28 gramos de fósforo.
Ingredientes
Preparación
Mezclar la leche con el azúcar en una olla a fuego medio alto y calentar hasta que empiece a hervir. Licuar el mamey con un poco de esta leche y vertir a la olla con el resto de la mezcla.
Cocinar a fuego medio, sin dejar de mover, hasta que se vea el fondo de la olla y la preparación adquiera una consistencia cremosa. Dejar enfriar a temperatura ambiente.
Mientras, hervir el agua y remojar las almendras hasta que el agua se enfríe y la piel de las almendras se afloje. Pelar y tostar las almendras en un comal o sartén. Servir el postre de mamey en platos individuales o en las mismas cáscaras de mamey y adornar con almendras y nueces.