Existen rumores sobre el daño que causa consumir ciertos alimentos, sin embargo, algunos de ellos son falsos o no están bien fundamentados. Actualmente se ha puesto de moda decir que el pan engorda y debido a ello es relegado de la dieta de algunas personas, pero, ¿qué tan cierto es esto?
De acuerdo con el catedrático de la Facultad de Farmacia en la Universitat de Barcelona, Abel Mariné, experto en nutrición y bromatología, “Todo alimento aporta energía: una lechuga, muy poca y la mantequilla, mucha. En ese sentido lo único que cuenta es la suma. Es decir, no hay alimentos buenos y malos, sino buenas y malas formas de combinarlos”.
Es muy sencillo echarle la culpa a un sólo alimento de todos nuestros excesos y crear mitos sobre su consumo. De acuerdo con el libro Comer o no comer. Falsedades y mitos de la alimentación de Antonio Ortí, el hecho de que el pan engorde es un mito.
Según datos de El Confidencial, cien gramos de pan aportan 230 calorías, aproximadamente del 10 al 15 por ciento de la cantidad total que necesita una persona promedio en un día. Tomando en cuenta que en una alimentación equilibrada la mitad de las calorías deben provenir de hidratos de carbono, esta cantidad resulta muy razonable.
El mito de que el pan engorda se debe a la creencia falsa de que los hidratos de carbono no tienen mucha importancia nutritiva. Mariné asegura que el pan está injustamente tratado, ya que aporta una cantidad razonable de calorías y muchos hidratos de carbono necesarios en nuestra alimentación diaria.
Lo recomendable es preferir el pan integral ya que contiene salvado, germen y almidón, a diferencia del pan blanco que se elabora sólo con almidón. También es mejor porque que contiene fibra y facilita la digestión.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) señala que la cantidad diaria de pan recomendada es de 250 gramos. Existen distintos tipos de panes que podemos elegir en vez del tradicional pan blanco de caja para mejorar nuestra alimentación, como el de centeno, de avena o de trigo integral.
Más allá de comer o no comer pan, lo importante es entender que, como todo, debemos consumirlo de manera equilibrada, sin excedernos en la cantidad o en los acompañantes, de modo que si comemos lo necesario no tendremos de qué preocuparnos.