Qué bonita costumbre es esa de comer ate con queso para endulzar la boca con esa deliciosa combinación de un buen queso —añejado y de oveja, nos gusta a nosotros— combinado con un rico ate de fruta delicada elaboración.
Últimamente estamos proclives a la búsqueda de ates más finos, con nueces incluso (no dejen de probar los ates de nuestros amigos de Villa de Patos) y probar con ellos nuevas recetas.
Ésta que hoy les compartimos, nos la mostró una buena amiga que desde hace años en Pátzcuaro, Michoacán, elabora deliciosos ates de guayaba y membrillo. Con ellos logra combinar de manera excelsa las texturas de una pasta de hojaldre, con el queso y el ate; ideales para ser acompañadas con una copa de Oporto.
Que la disfruten tanto como nosotros:
Sobre una superficie enharinada extender la pasta de hojaldre formando un rectángulo de 1/2 centímetro de espesor, tal y como se hace con un pastel tipo strudel.
Colocar sobre el centro del rectángulo de hojaldre las rebanadas, primero de ate, y luego de queso de manera uniforme. Cerrar con el extremo superior e inferior del rectángulo de hojaldre hacia el centro, de tal forma que el pastel quede cerrado con la pasta.
Barnizar con el huevo batido la pasta por encima y espolvorear el azúcar. Hornear a 180 grados Celsius durante 30 minutos, tiempo que aproximadamente tardará el hojaldre en quedar muy bien doradito.
Servir caliente para que el queso conserve una buena textura.