Unas hojas de lechuga junto con un puñadito de verduras prolijamente cortadas usualmente son suficientes para satisfacer hasta a los paladares más exigentes.
Entonces, ¿por qué un grupo de científicos se tomó el trabajo de recrear una obra maestra abstracta usando elementos de una buena ensalada?
Se trata nada menos que la Pintura Número 201 de Wassily Kandisky y, según los científicos, la recrearon para demostrar que la comida organizada de manera que parezca una obra de arte sabe mejor que cuando los ingredientes están muy organizados o amontonados en un plato.
“Quizás sólo sea porque se ve más atractiva”, le dice a la BBC Charles Spence, del Laboratorio de Investigación Intermodal de la Universidad de Oxford.
“Podría también se deba a que cuando uno ve cómo esta presentada, nota que alguien hizo un esfuerzo y eso quizás alienta a inflar las expectativas, lo que puede tener un impacto en la experiencia”, agrega.
“O de pronto, es producto del atractivo estético intrínsico de la presentación artística”.
El hecho es que desde hace tiempo se sabe que nuestros sentidos se entremezclan.
Por ejemplo, el color de la comida, los cubiertos que usamos y el ambiente de un restaurante puede influir en nuestra percepción y disfrute de una comida.
El más reciente estudio, publicado en la revista Flavour, indica que la influencia artística también puede mejorar la calificación que el comensal le da al sabor del plato.
En la investigación participaron 60 personas que probaron tres ensaladas y las calificaron de acuerdo al sabor y disfrute.
El chef Jozef Youssef trabajó con el equipo de Oxford para recrear la pintura abstracta de Kandinsky, y esa artística ensalada fue comparada con una que sencillamente se puso en el centro de un plato y otra con los vegetales muy organizados pero sin ningún arte.
Las tres ensaladas contenían los mismos ingredientes:
La ensalada inspirada en la obra de Kandinsky fue la más popular y se dijo que “sabía más rico”.
Los participantes también declararon que estarían dispuestos a pagar el doble por ella.
Según los investigadores, la respuesta refleja la idea de que el valor del arte está “arraigado en suposiciones sobre el trabajo humano subyacentes en la creación”.
“Los comensales intuitivamente le atribuyen un valor artístico a la comida, les parece que es más compleja y les gusta más cuando los elementos culinarios se organizan para parecer una pintura de arte abstracto”.
La historiadora de arte y comida Janine Catalano señala que el estudio ayuda a confirmar que una combinación de sentidos afectan nuestros “gustos” y que la presentación de los platos tiene efectos reales.
“No sólo los chefs se pueden beneficiar de esto”, dice.
“En todas las épocas los artistas han empleado esas señales visuales viscerales asociadas con la comida y el comer, desde los deliciosos bodegones de Luis Melendez que te hacen agua la boca y las invitadoras escenas en mercados de Joachim Beuckelaer, hasta las evocaciones de Salvador Dalí de las desagradables capacidades de la comida con huevos fritos amorfos y tocino podrido”.
Spence, por su lado, piensa que la investigación puede tener aplicaciones prácticas, al alentar a la gente a comer más saludable.
“Los chefs están inspirándose ya sea explícitamente o más sutilmente en las artes visuales y la pintura”, señala.
“Y quizás podamos lograr que la gente coma más ensalada cambiando la presentación”.
Al parecer, ese adagio de que la comida entra por los ojos puede ser cierta.
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